🍁𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑿𝑿𝑰𝑽/𝒆𝒍 𝒏𝒐𝒔𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒔𝒆 𝒂𝒄𝒂𝒃𝒐+²¹🍁

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A veces hundirse en la miseria lo encontramos más placentero que salir de ella… o mas bien… de él.

Gabriel y Axel

No se dio cuenta como logro cambiar a una bata, el hecho era que ahora se encontraba sentando al borde de una bañera bastante grande, tenía tamaño de jacuzzi.

Debido al ambiente de playa era más común encontrar este tipo de jacuzzi que propiamente una bañera.

Si mente estaba perdida, habían pasado muchas cosas desde aquella vez, la primera vez que lo vio.

No podía creer que se había enamorado casi al instante, y que, de esa misma manera, había empujado a Axel a qué se enamorará de él.

Aunque su amor, ya lo ponía en duda, su amor ya no era algo de lo que podía confiarse.

Comenzaba a cuestionar lo que había hecho todos estos años y como había traicionado a Karina, siendo ella, incluso más leal y honesta que Larry.

Fue entonces cuando de nuevo su perdición se abrió paso en aquel baño, conecto sus ojos negros con los ojos verde esmeralda de Larry casi al instante, tanto así que podía imaginar un click en el momento que comenzaron a mirarse.

Ninguno dijo ni una sola palabra, no tenían nada que decir, ya todo había quedado claro.

Larry dio unos tres pasos, pasos que lo acercaban cada vez más a Gabriel, mientras jalaba con poco paciencia la corbata de su traje o mas bien el uniforme de guardaespaldas.

La mirada de Gabriel observo cada uno de sus movimientos, desde la manera en como se acercaba, se quitaba la corbata y el abrigo hasta la menta en como se desabotonaba la camisa dejando ver su tatuaje de dragón el cual ocupaba parte de su pecho y espalda.

Cuando Larry estuvo parado a tan solo unos treinta centímetros de distancia, podía sentir el aire pesado, sabía que debía decir algo antes de que su poca dignidad se fuera al aceptarle algo íntimo a Larry.

—Axel… – murmuró de tal manera que podía percibirse como una orden de que se detuviera.

—¿Qué? ¿Ahora que? – exclamó con un tono de arrogancia y loca paciencia.

—Tengo que bañarme y me lo estás impidiendo con tu presencia.

—Entonces déjame ver cómo te bañas.

—Te equivocas conmigo, hace solo un día dijiste que me valorará, y ahora comenzaré a hacerlo – puso su mano en el pecho de Larry para alejarlo mientras se aguantaba las ganas de acariciar más allá – ya no seré la prostituta.

Entonces Larry soltó una risa y se alejó unos dos paso para darle la espalda a Gabriel.

—¿Te vas a hacer el digno por eso? Karina ya nos vio juntos y todo fue tu culpa.

—¿Mi culpa?

—Si, tu estúpida culpa, de hecho, si llega a preguntar por Axel, también será tu culpa, si llega a descubrir que hay en ese cofre será tu culpa.

Entonces fue el turno de Gabriel de reír, pero lo hizo sin ganas y con una gran pesadez.

—¿Mi culpa? Fuiste tu el que me puso contra la pared para obligarme a decirte lo que había hablado con ella – se puso de pie y se acercó a él para presionar de manera imponente su dedo índice contra su espalda – eso fue tu culpa, y también es culpa de Axelle.

—No es lo mismo.

—¡SI ES LO MISMO! Tu eres una marioneta de Mayida al igual que ella y que yo, al igual incluso que Karina.

Amnesia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora