❥︎ 𝐂𝐚𝐩. 34 𝐶𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑟𝑒𝑚𝑒𝑛𝑑𝑎𝑑𝑜𝑠

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2 Semana después.

Se veía muy elegante con su camisa, aunque no hacía falta la elegancia en el restaurante donde iban a ir esa tarde a comer.

La relación con Matvey iba yendo a su ritmo, poco a poco se iba acercando a él y es que no tenía que ser un tonto al rechazar sus propuestas pues no buscaba nada en él. Podía al menos distraerse de las cosas que le estaban pasando.

Lo invito esa tarde a comer a un sitio que era algo elegante pero más que comida cara era un sitio lleno de naturaleza. Al menos eso vio en fotos por internet y estaba convencido que en algún momento Matvey se le insinuaria. Era un hombre muy guapo por supuesto, pero aún sí fuera el hombre más hermoso del mundo su corazón no podía amar a otro hombre que no fuera Víktor.

Se baño en colonia antes de darse cuenta que necesitaba pasta de dientes y gomina para su cresta. Rodó los ojos y tomo las llaves de casa para salir a la tienda más cercana si era posible.

Horacio, se veía demasiado llamativo a la vista de los demás que pasaban por la calle, siendo su cresta hermosamente colorida y su altura no era de menos. Con su camisa rosa claro y un pantalón negro reflejaban su trabajado cuerpo y asi, se dirigió hacía la puerta de la tienda teniendo por supuesto prisa en sus pasos.

Recibió un mensaje de Matvey diciéndole que la reservación estaría abierta a partir de 30 minutos, con lo cual se tenía que apurar para llegar o perdería la reservación. En cuanto iba a salir, un par de pantos se estacionaron en la puerta de entrada, bajando 3 tipos enmascarados y del otro vehículo 4 rehenes.

— ¡ADENTRÓ! —

Levantó las manos con una pequeña bolsa de producto en ella y simplemente echo para atrás, volviendo a entrar a la tienda.

— TODOS ADENTRÓ LOS QUIERO EN LA ZONA TRASERA SENTADOS —habló el de bandana naranja.

Todos los demás sujetos se marcharon jodiendole no solo su cita, sino la tarde entera al moreno.

— Calladitos y con buenas letras nos vamos a ir entendiendo caballeros. No les voy a quitar ni el móvil ni el dinero si me cooperan con un simple silencio —asintieron todos mientras el ladrón abría la caja.

La vibración de su teléfono de Horacio empezó a ser alarmante, estaba tan enojado y a la vez asustado que sentía pena por haber dejado plantado al doctor en la comida de esa tarde. La alarma sonaba con tanta fuerza, que desquició sus oídos a más no poder hasta que pidió que los llevarán a todos a la parte de afuera del almacén.

El sujeto no tardó en abrir la caja, parecía ser todo un experto y habló por radio a sus compis que le habían traído un coche deportivo muy rápido para la huida. Pronto, las sirenas de los patrullas se iban escuchando, rogando porque esto se acabará lo más rápido que se pudiera y que no acabará en un tiroteo por la moral de algún poli aprendiz.

Horacio no se sentó en ningún momento en el suelo pues no quería arruinar su pantalón. Tenía que disculparse por haber llegado tarde por supuesto, nunca pensó que siguieran pasando esas cosas a pesar de que la policia había crecido los últimos años un 10% más.

Aguardó con paciencia hasta que avistó los primeros patrullas llegar a la puerta de la tienda. Horacio se quedó en una esquina, cruzado de brazos prestando atención a las cosas que le indicaban los oficiales por la radio. En un pequeño descuido solo pudo mirar la hora en su teléfono antes de que el malandro volteara a verlos para asegurarse de que no planean encontra de él.

La policía afuera apuntaba al sujetó parado en la puerta, estando más tranquilo que los otro, planteándose irse en su vehículo hasta el sitio una vez que saliera o sino no llegaría.

Cartas con olor amor ♡︎𝑽𝒐𝒍𝒌𝒂𝒄𝒊𝒐 ♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora