— Horacio, hijo, ve al cuarto con Ana —la voz de una mujer se escuchó a la lejanía, como eco resonando en sus oídos— papá, está enojado de nuevo, pero en nada se le quita. —
El sonido de la puerta abriéndose bruscamente lo exaltó haciendo que empezará a correr, sus piecitos pequeños parecían no avanzar a ningún lado a pesar de seguir y seguir corriendo, mientras los gritos de aquel hombre se escuchaban como sí estuvieran a su lado.
— ¡Ya te dije que no malcries al niño! —grito enfurecido.
— Es solo un niño, déjalo. —
— ¡Charlotte, ve a traer a Horacio! —sus piernitas tambaleaban, su respiración agitada en algún pasillo oscuro donde no parecía tener un fin o... algún lugar seguro para esconderse— ¡Voy a llevarmelo a que se haga hombrecito, desde niño tiene que aprender, no como la inútil de su hermana! —
— ¡No! —la voz firme de su madre lo tranquilizó pero a la vez lo alarmaba, su padre molesto y siendo llevado la contraria no era una buena combinación— ¡Si estás molesto te desquitas conmigo y dejas en paz a mis hijos! —
— ¡Eres una- —
El sudor frío recorrió por su frente, haciendo que se levantará de golpe sentándose en la cama, su cuerpo temblaba y su respiración era irregular, tragó saliva intentando humedecer su garganta seca.
— ¿Amor? —el susurro de su novio llamó su atención— ¿Que sucede? —
Se sentó a su par prendiendo la linterna que tenían en su mesita de noche.
— Eh... No, nada solo me desperté por que... —vacilo en una respuesta, pero antes de que contestara un brazo del soviético lo haló a él acomodandoló en su pecho.
— ¿Otra pesadilla? —cuestionó ya sabiendo la respuesta— estás conmigo, tranquilo, nadie te va a ser daño. Yo te cuido. —
El suave consuelo de su novio funcionaba como un tranquilizante inmediato, sus latidos relajados, su pecho subiendo y bajando, el toque del suave sus caricias...
Solo se acomodó en su pecho para después ambos caer acostados, H se ocultó en los brazos de Volkov, rodeando su torso con el brazo que tenía libre, la simpleza de tenerse el uno al otro para todo momento hacia que ambos corazones saltarán de alegría y tranquilidad.
En el silencio de esa habitación se escuchaba el suave respirar de ambos, quizás también el latir de sus corazones que parecían declararse amor eterno, sus manos acariciándose queriendo expresarse con el toque de sus yemas sobre su ropa.
Y en ese momento ambos sabían que sus corazones hicieron un buen trabajo enamorándose del otro, amando cada parte de ellos, sus suspiros, sus ojos, su carácter, sus rostros, sus todo, amaban con locura amarse.
[...]
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Cartas con olor amor ♡︎𝑽𝒐𝒍𝒌𝒂𝒄𝒊𝒐 ♡︎
RomansCariño, hablame de amor. Abrazame y apriétame, hazme sentir como si tú solo existieras en mi vida. Querido mío, cuentame todos tus pecados y males que yo los pagaré contigo. Pequeño, no me importará descoser mi corazón y hacerlo trizas para que tú...