La leyenda (5)

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Este episodio contiene representaciones de violencia que podrían herir la sensibilidad de algunos lectores.

     El resplandor del sol matutino ilumina la majestuosa entrada del castillo, una enorme puerta de madera que se yergue imponente, protegiendo el hogar de los miembros de DOS. La presencia de Hugo frente a esta fortificación le produce una sensación de asombro y temor, pero su determinación es más fuerte que cualquier duda. Es por esto que entorna sus manos alrededor de su boca y, tomando aire, su voz resuena en el silencio del lugar:

     —¡Humildemente pido una audiencia con la doncella!

     Sin embargo, el eco de sus palabras es la única respuesta que recibe. frunciendo el ceño, y concentrándose, el hombre invoca a su contraparte, y poco a poco, esta se despliega hasta estar de pie frente a él.

     —¡Observen, soy un diploide! Vengo a ustedes con humildad y premura, ya que la guerra ha comenzado.

     El sonido de las enormes bisagras abriéndose hacen eco en todo el castillo, y los rayos del sol, que antes parecían amenazantes, ahora lo guían hacia el interior. Con paso firme y decidido, avanza junto a su contraparte hacia la luz, conscientes de que su misión es de vital importancia para el futuro.

     Tras la apertura majestuosa de las enormes puertas, un paisaje idílico se despliega ante los ojos del joven. Un sendero empedrado con lajas de piedra se extiende hacia una imponente construcción, que parece emular un castillo japonés de la era *Sengoku. El edificio está rodeado por un extenso jardín hidropónico, donde florecen con vitalidad lechugas, fresas, tomates y otros cultivos que inundan el ambiente con sus colores intensos y vivaces. Sin embargo, los matices se desvanecen de manera abrupta cuando varios hombres le colocan una capucha sobre su cabeza y la de su contraparte. Una voz ronca se hace presente.

     —Has desaparecer a tu diploide. Tu audiencia con la doncella ha sido concedida. No hagas movimientos bruscos mientras te llevamos hacia ella.

     Tras varias revisiones y el descenso de una larga escalera, Hugo finalmente llega a su destino. El ambiente que lo envuelve se siente enrarecido y la humedad se adhiere a su piel, lo que confunde al joven. Sin embargo, la capucha es retirada de su rostro y sus ojos se adaptan a la oscuridad del entorno. Puede observar con meticulosidad el escenario donde ha sido llevado.

     Ante él se alza un salón imponente: una enorme estructura abovedada que se sostiene en grandes columnas que elevan un techo de piedra. De la cúspide cuelgan lámparas de araña que arrojan una luz tenue sobre la enorme mesa de cedro situada en el centro del recinto. La mesa tiene una forma triangular y está rodeada por una decena de miembros de DOS, todos ellos ataviados con pesadas armaduras que cubren su identidad y quienes son los responsables de la protección del trono donde se encuentra sentada una joven.

     —Su majestad —habla este, inclinándose ante la figura de la doncella que se encuentra tras un enorme velo blanco, que apenas permite vislumbrar la silueta sentada en el gran trono de piedra—. La guerra ha comenzado, Viktor ha desatado a los humanos en nuestra contra. Es hora de luchar.

     Hugo trata de conseguir algún gesto por parte de la misteriosa mujer levantando ligeramente la vista, pero el velo impide que pueda observar sus facciones. La silueta que ve ahora permanece inmóvil, igual que las estatuas apostadas en la estancia. Al no obtener la reacción deseada, agrega con voz ominosa:

     —¡Mi señora, guíenos hacia la victoria!

     Un golpe en la mesa acalla sus palabras y uno de los protectores del trono se levanta. El hombre mide cerca de dos metros de altura y lleva una enorme armadura medieval de color negro. Sobre los hombros de ésta se encuentran tallados finamente dos leones rugientes. A su lado se encuentra un enorme mazo con las puntas erizadas por filosos pinchos.

Diploide (Volumen 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora