La nueva amenaza (1)

1 0 0
                                    


Este episodio contiene representaciones de violencia que podrían herir la sensibilidad de algunos lectores.     

     La luz tenue del callejón apenas logra iluminar la escena dantesca que se extiende ante el pequeño Shugo. La sangre cubre las paredes y el suelo, mientras los cuerpos desmembrados y esparcidos por todo el lugar se confunden con la oscuridad reinante. Sin embargo, el niño avanza con determinación, sosteniendo con fuerza una lanza adornada con grabados de serpientes, cuyo filo refleja el escaso brillo que se cuela hasta allí.

     Con la punta de la lanza, revisa minuciosamente uno a uno los cadáveres que yacen a su alrededor, buscando algo. Hasta que, finalmente, en la parte más sombría de la callejuela, y entre botes de basura, divisa el cuerpo inerte de una mujer.

     —¡Mamá, resiste! —clama Shugo, corriendo hacia aquel lugar—. Ya eliminé a quienes nos querían separar. Tú me disté el valor de luchar y gracias a tu voluntad y a tu lanza, vencí.

     Pero el callejón permanece en silencio, mientras el pequeño intenta en vano despertar a su madre.

     —Vayamos de nuevo a casa, estaremos juntos. Fue la promesa que hicimos —musita el niño con desesperación.

    Pero sus súplicas no encuentran respuesta, y el corazón de Shugo se llena de dolor al comprender que su madre ha fallecido. Abrazando su cuerpo sin vida en medio de la oscuridad, el infante grita con todas sus fuerzas, sumido en la más profunda tristeza.

     De repente, el manto de la noche desaparece, dando paso a una intensa luz que cubre todo el lugar. Los cadáveres se disuelven en ella y solo queda el pequeño, quien se cubre los ojos con el antebrazo. En medio de este brillo, una mano aparece y gentilmente toca su cabeza, luego se aleja lentamente.

     —¿Piensas quedarte aquí niño? ¿Por qué no vienes conmigo?

     Al entornar sus ojos, Shugo puede ver que la voz proviene de la figura de un hombre, y aunque por la incandescente luz no puede identificarlo, puede ver su amplia y cálida sonrisa mientras le tiende la mano. Así que, sin dudarlo, el pequeño corre y toma la mano del hombre. Se siente un poco asustado, pero, al mismo tiempo, ansioso por descubrir lo que hay más allá de la oscuridad y el dolor.

     Juntos caminan hacia adelante, hacia un futuro incierto pero lleno de posibilidades. El niño sabe que no será fácil dejar atrás a su madre y todo lo que conocía, pero también sabe que ella siempre estará con él, en su corazón y en su memoria. Y mientras avanza, siente una extraña sensación de esperanza y paz, una sensación que le dice que, aunque la oscuridad aún está presente, la luz siempre prevalecerá.

     Shugo despierta en medio de la oscuridad, sin recordar lo que ha soñado. Al levantar la mirada hacia el techo del edificio donde se encuentra, nota que es la segunda vez en la noche que se despierta, incapaz de conciliar el sueño. La sola idea de pasar el día siguiente de pie en la estación de trenes, recogiendo los datos de miles de transeúntes, lo llena de angustia.

     —¿Qué he hecho para merecer este castigo? —se pregunta el hombre, enfurecido. Tira su cobija a un lado y arroja su almohada contra la pared, la cual se desliza por el muro y toca el suelo con suavidad. En ese momento, alguien golpea la puerta de su habitación.

     —¿Puedo seguir? —La voz de Banks llega a los oídos del joven, quien se apresura a encender la luz y abrir la puerta.

     Al divisar a su líder, el rostro de Shugo se ilumina de inmediato.

     —¡Señor Banks! Buenas noches.

     —No hay necesidad de tanta formalidad, Shugo. Llámame Viktor.

Diploide (Volumen 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora