𝟎𝟎𝟕

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Futuro

Alice.

Senti que me estaban sacudiendo, abrí los ojos y vi fue a Nico dormido y me estaba abrazando. Me trate de ubicar, pero Nico no me dejaba, sus brazos me tenían muy bien sujeta.

—Señora, ya vamos a Aterrizar su esposo y usted deben abrocharse los cinturones y organizar la silla.—Me dijo una azafata

—Claro

La azafata se fue y yo me acerqué a Nico, lo bese en los labios esa es la manera en cómo siempre lo puedo despertar rápido, así que lo bese, supe que se despertó cuando su mano comenzó a acariciar mi trasero. Me separé de el y me pregunto

—¿Ya llegamos?—Pregunto pasando su nariz por mi mejilla.

Me encanta cuando hace eso.

—Vamos a aterrizar, debemos organizar la silla y ponernos el cinturón.

El organizó la silla y me colocó el cinturón, es demasiado tierno.

—Yo puedo ponerme el cinturón.—Le dije.

—Pero quiero hacerlo yo. Así que déjame

Sonreímos y nos volvimos a tomar de las manos, hasta que aterrizamos. Nico me pasó mi bolso y el tomó su maleta, de la mano salimos del avión y fuimos a esperar nuestras maletas.

—No recordaba el frío que hace en Chicago.—Dije aunque me traía muchos recuerdos, unos buenos y solo un recuerdo malo.

—Tranquila, estás conmigo.—me dijo apretando mi mano.

—Gracias. De verdad Nico.—Vi la cinta de maletas y vi que venía una de Nico y otra mía.—Mira tu maleta y una de las mías.

El las tomó y las reviso de que no estuvieran abiertas o algo así, y yo esperaba que llegara mi otra maleta. Cuando llegó nos fuimos a buscar un taxi que nos llevara a nuestro hotel.

—Recuerdo cuando papá me traía acá para ir al campamento, siempre era asi, el me compraba un helado y hablamos hasta que yo me tenía que ir.—recordé con nostalgia.

Nico sonrió y me beso en mi sien.

—Es bueno que tengas esos recuerdos, así tu padre siempre estará contigo.

Tomamos un taxi que nos llevó a nuestro hotel.

Tomamos un taxi que nos llevó a nuestro hotel

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Nico me dejó en las si,las del loving.

—Ya vengo, voy a registrarnos.—me dijo Nico dejándome las maletas.

—Claro.

El se fue y lo vi en el mostrador, pero no podía dejar de pensar en todo lo que me recordaban las calles de Chicago, tenía recuerdos de cuando íbamos a darle comida a los animales, cuando lo acompaña a su trabajado de arquitecto.
Sentí como una solitaria lagrima quizo bajar de mi mejilla, me unas manos me tocaron los hombros haciéndome saltar, giré mi rostro y vi a Nico. El se arrodilló delante de mi con una sonrisa tierna y limpió mis lágrimas.

𝒮ℯ𝓃̃ℴ𝓇ℯ𝓈 𝒟𝒾 𝒜𝓃𝑔ℯ𝓁ℴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora