𝟎𝟏𝟗

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Presente

Nico

No tenía una cena así de incómoda desde que era pequeño, nadie hablaba. Lo único que se escuchó fue cuando Alice dejó caer los cubiertos y salió corriendo a vomitar, obviamente yo la acompañé y agradecí que estuviera embarazada, ya no me aguantaba esto tan horrible, prefiero escuchar las arcadas de la mujer que amo, que seguir sintiendo la mirada del juicio encima.

—No quiero comer nada...

Trato de decir Alice pero volvió a vomitar, yo le recogía su cabello para que no ensuciara y le acariciaba la espalda, era lo único que podía hacer.

Nos quedamos ahí minutos, Alice había terminado de vomitar hace mucho, pero estaba temblando, le di un vaso con agua en donde se enjuago la boca, y boto lo que le quedaba de vomito en el sanitario.

—¿Me llevas al cuarto?

Le acaricié la cabeza y le di un beso.

—Claro, pero debes comer algo.

Ella comenzó a negar con la cabeza.

—Ya vomite mucho hoy.

No estaba convencido que no comiera.

—Que Dorotea te haga una sopa sencilla, sin condimentos ni nada, al menos para que no duermas con el estómago vacío.

Ella me vio a los ojos.

—Está bien.—Ella me abrazo por el cuello y me dijo en el oído.—¿Me cargas?

Yo sonreí y la alce en mis brazos con facilidad, comencé a caminar y le dije.

—Siempre lo haré.

En el baño en que nos habíamos encerrado, para llegar al cuarto debíamos pasar por el comedor. La gente intrusa y que están a mi cuidado se quedaron viendo...Y aunque Will me odiará o nos odiará, su instinto de médico súpera y se acercó a Alice en mis brazos.

—¿Que le pasó?—Preguntó.

—No se siente bien, vomito y está muy mareada, la llevaré al cuarto.

—Debe comer algo.

—Ya se lo dije, le pediré a Dorotea que le prepare una sopa.

Will asintió.

—Yo se lo dire a Dorotea, llévala a descansar.

Comencé a subir a nuestros cuarto, Alice se había quedado callada, y créanme la comprendía muy bien, yo también sentí la incomodidad del momento fue tan horrible y asqueroso.

En el cuarto deje a Alice con cuidado en el sofa que teníamos ahi, mientras me acercaba y distendía la cama, organice las almohadas como a ella le gusta.

—Fue muy raro, ¿Por que aceptamos cuidarlos?—Dijo ella sin verme

—Supongo que para no sentirnos tan malos amigos y entendieran un poco de nuestra vida verdadera—Me acerque a donde la deje y la cargue con cuidado, la deje en la cama y comencé a quitarle los zapatos.—Alice ¿Sabes que te amo?

—Eso me lo has dicho, pero siempre me gusta escucharlo decir que me ama señor Di Angelo.

Sonreí mientras le termine de quitar los zapatos, me acerque mas a ella y viéndola a los ojos y tomando su nuca le dije.

—La amo mas que nada Señora Di Angelo.

La bese, la pegaba a mi no quería separar mis labios de los suyos, ambos estábamos conectados, siempre lo estuvimos y nunca me di cuenta.

𝒮ℯ𝓃̃ℴ𝓇ℯ𝓈 𝒟𝒾 𝒜𝓃𝑔ℯ𝓁ℴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora