Agarro la taza, a la cual le había echado una cantidad no tan saludable de café y empezó a tomar de esta.
No había visto la hora, pero aproximadamente eran las once o doce del día. Para su mala suerte recordaba perfectamente lo que pasó ayer, y ahora se arrepentía de muchas cosas.
En primer lugar, ¿Qué puto derecho tenía como para estar celoso? No era nada de Spreen, y nunca lo sería.
De solo recordar todos esos mensajes despechados que envío se retorcía, no pensaba abrir su teléfono. Y aunque esté estuviera en modo avión le daría una vergüenza asquerosa.
Tomo el sorbo de café no tan despacio, esta vez acabándolo. No tenía idea de su apariencia, pero estaba seguro que iba a parecer un zombie.
No recordaba la hora a la cual se quedó dormido, pero si recordaba ver ese sol apareciendo, lo que significa que aproximadamente se había dormido a las seis de la mañana.
Puso la taza en la mesa, no tenía ganas de lavarla. Bueno, no tenía ganas de lavar nada.—¿Ahora que coño voy a hacer?—susurro con la voz entrecortada, no estaba llorando, pero esa maldita voz la tenía desde ayer, era como si tuviera un nudo en la garganta que no le permitía hablar bien.—quiero desaparecer...—una pequeña sonrisa apareció en su cara al recordar la canción de ayer. Es lo único bueno que recuerda de ese jueves asqueroso.
Salió de su habitación blanca, para luego ver el desastre que tenía Zorman, no pudo evitar mostrar una cara de asco al ver todo desordenado. Definitivamente se tenía que mudar.
Bufo algo cansado, para luego buscar esa mochila verde de siempre.
No había querido mudarse porque estaba esperando la «gloriosa señal». Pero nunca apareció, así que prefería ir hacia ella. Aunque estaba cansado debía hacerlo, debía irse de esa horrible casa.
Además Spreen sabía de la dirección de esta, y no quería tener visitas inesperadas.
Agarro su teléfono por fin, y vio la hora que lo hizo arquear una ceja.—¿Cómo que es la una? No mames...—frunció el ceño obviamente enojado, para luego escribir esa contraseña rápida que tenía en su teléfono.
Para su buena suerte su teléfono se abrió en Spotify, así que simplemente borro las demás aplicaciones abiertas, entre ellas estaba WhatsApp. No tenía pensado ni siquiera ver esa aplicación.
Y puso su playlist desde arriba, es decir, en dónde no habían ni canciones de amor ni de desamor que lo hicieran llorar.
Puso su teléfono en la mochila, se coloco los audífonos inalámbricos y salió de esa casa, comenzando un rumbo... ¿Hacia donde coño debía ir?
No tenía idea, pero una idea apareció en su mente.
"¿A los portales?"
Empezó a caminar hacia estos, y recordó esa colina y ese bosque detrás de los portales, así que debía ir ahí, no sabía que, pero algo le decía que ahí estaba su nuevo hogar.
¿Tal vez los dioses le dieron está señal divina? Realmente no tenía idea, pero era posible.
┐✩┌
Luego de caminar mucho, encontrar un pueblo y que los defensores de este lo hayan tratado de matar pudo encontrar una isla que parecía flotante. Era como una montaña, Juan al verla no pudo evitar saltar de la emoción, pero antes de que Juan dijera algo o hiciera algún movimiento sintió algo que lo impulso al aire, prácticamente estaba volando...Podía ver todo desde arriba, y era una vista muy linda, además que la montaña estaba en un lugar donde se apreciaba lo lindo que era el bosque.
Mientras más subía empezó a buscar la manera para poder parar justo en la montaña y sin pasarse, pero se le estaba complicando gracias a que lamentablemente no sabía controlar sus poderes.
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┌ミ¿𝙌𝘶𝘦́ 𝙩𝘢𝘭 𝙪𝘯𝘢 𝙖𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘢?━𝙎𝘱𝘳𝙪𝘢𝘯
RomanceSipnosis: Juan, un Hechicero algo arrogante siente admiración por Spreen, quien de un momento a otro al parecer lo odia, es un arrogante narcisista a la vista del castaño. No quiere arriesgar su dignidad tan fácilmente, ¿Qué tal una apuesta? Por si...