Capitulo 7: Incursión Equivocada.

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— Bien, sigan así, los guardias ya han llegado, los veo.

— Como carajos haces para ver en toda esta niebla.

— Mis ojos están entrenados para ello.

Balkan, hablando con Lampiño, viendo como los guardias de Tamashi están tomando acción defendiendo, o, por lo menos, intentando defender la ciudad.

— ¿Has visto a Ragfer?

— No sé, el que tiene ojos de gato aquí eres tú.

— Te encargo hallarlo, si los superan en poder, retirada. No quiero que ninguno de ustedes muera...

Es lo que Zarael querría.

— Yo me iré al castillo, confío en que puedes con esto. — Diría Balkan, para seguir ahora sí, sin modificaciones, el plan de Zarael.

— Está controlado. Vete.

Los dos terroristas se dividen, uno buscando al miembro perdido de la cofradía, y el otro, a lomos de un caballo robado, rumbo al castillo de Emma, buscando un duelo individual con ella.

Los guardias de la tierra del fuego resisten contra las amenazas de muertos vivientes, murciélagos, hienas y tigres rabiosos, la fuerza de Tamashi empieza a manifestarse.

— Donde estará este capullo... ¡Ragfer! ¡Donde estás! — Gritaría por las calles Lampiño. — Mierda...

Maldice al ver un ejército avanzando por las avenidas, acabando con las bestias que se crucen, soldados fieros y decididos, usan sus habilidades ígneas para incinerar a todo maligno.

— Bueno, la búsqueda ha de suspenderse...

Aunque la familia Fénix haya sido bendecida con el fuego, algunos seres, quienes nacieron con habilidades a raíz de Draculorium, han perfeccionado sus facultades superando a las de los Fénix, pocos en el mundo han logrado potenciar sus habilidades, a raíz de explotarlas a esfuerzo duro o entendiéndolas conectándose de corazón con ellas. El corazón de Lampiño, ardería en voluntad, su cuerpo sufre un cambio, garras, fauces, pelo, un lobo de inefables proporciones, al igual que la leyenda de Fenrir, (En la mitología nórdica, Fenrir es un gigantesco lobo monstruoso.) 

Los soldados morían batallando con este animal catastrófico en el cual se había convertido Lampiño.

Así, junto a Righ y Sil, el caos no escampaba, es más, llovía sobre Salem, como cenizas luego de la erupción de un volcán. Balkan, a lomos de un caballo robado, cabalgando en dirección al castillo, con la misión de encontrarse con Emma, el momento que había deseado tanto se avecinaba, la muerte de su verdugo, el final de la maldición, a contramano, cientos de soldados se dirigían a Salem para proteger y acabar con la amenaza, dejando desprotegido el castillo, tal y como se predijo en el plan.

— Resistan un poco más Arbre Noir, acabaré con ella...

Cada poder o habilidad no es perpetua, un límite, un tope siempre frena la destrucción, y exactamente eso sucede con Lampiño quien, su cuerpo ya no resiste la forma del lobo gigante, por lo que, sin previo aviso, a su forma humana vuelve tras haber destrozado varios escuadrones enemigos.

— ¡Puta madre! Siguen llegando, y yo ya estoy exhausto.

Con cansancio corre mientras tras él, una horda de soldados duros, embriagados en furia y predisposición lo persiguen con ganas de asesinarlo, ya que el lobo ha cesado, corren para acabar con la amenaza.

Antes de que puedan haber llegado a hacerle algo a Lampiño, un edificio en llamas cae sobre la avenida, aplastando a la horda y bloqueando el paso para los demás guerreros.

LEYENDAS: VENGANZA Y ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora