Capitulo 12: Redención.

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— ¿Cómo te sientes?

— Creo poder caminar.

— Mejor descansa un poco más, ahí tienes carne cocinada.

— No como carne disculpa.

— ... — Nando arranca del suelo un ramo de pastos y flores y se los arroja a Lampiño.

— Come.

Lampiño, ve la naturaleza con otros ojos, ya que, de una u otra manera, sus habilidades crean una conexión con esta. Comer un animal con el que se puede comunicar, sería como comerse a una persona.

— ... — El hombre comenzaría a comer lo que Nando le propició, luego saldría de la sombra de los arboles donde descansaban estos fugitivos. 

Lampiño mantiene la idea de que, al igual que las plantas, él obtiene energía a través de la energía que le da la luz solar, por lo que, luego de comer, se sentaría en un lugar frente a Nando, donde el sol le dé de lleno, cerrando los ojos y meditando, hasta romper el silencio diciendo.

— Cultivé la tierra, crié bestias, leí el sol.

— ¿Qué?

— Fui el mago, fui el verdugo, fui el emperador.

— ... — Nando, desviando la mirada hacia el suelo, jugando con ramas cecas dejando que ese "loco" diga sus parrafadas.

— Escribí mil versos, hice armas, las usé

— ...

— Y en la noche prendí fuego Salem, me embriagué.

— ...

— Le mentí a la patria y por mi patria, yo maté.

El hombre, poeta en sus tiempos libres, mientras contempla el verde infinito del bosque, soltaba frases que a primera vista no tienen sentido, pero tras su siguiente pregunta tomaron relevancia.

— ¿En qué estrofa puedes verte reflejado? Nando.

— ... — El hombre en silencio pensaría cautelosamente, sus acciones pasadas bautizan su presente, una mancha sin poder borrarse, su historia y legado. — Seré el verdugo, el emperador.

— De quién.

— Balkan.

Lampiño se sorprendería por unos momentos, en un pasado atacaría a Nando sin pensarlo ya que los miembros de Arbre Noir se protegen entre sí, pero, ya no hay Arbre Noir, solo restos.

— Vaya, es un gran reto.

— He superado demasiados para temerle.

— ¿Has visto?

— ¿Qué?

— Sé lo que buscas, sé a donde irás y como terminarás. Las conversaciones comunes no te revelan eso de las personas.

— Ya veo, eres un analista.

— Solo soy alguien que sabe manejar las palabras.

— Y, segun tú, ¿Cómo terminaré?

— Mal.

Nando, mirando el suelo, aún jugnado con  las ramas secas, deteniendose ante la seca respuesta de Lampiño. — Creo que es hora de que te vayas.

— Ya veo, supongo que partiré. — Diría levantándose con esfuerzo.

— Suerte.

— Tú la necesitarás.

LEYENDAS: VENGANZA Y ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora