Una noche más pasaba dentro de la caverna, durante unas horas estuvo cálido, lo suficiente para hacer dormir a sus inquilinos. Nando habría sido vencido por el sueño luego de comer copiosamente, al igual que Lampiño y Katupeku.
Kaban se durmió por un momento, aunque su cabeza estuvo activa durante horas, llega un momento en donde las baterías deben ser recargadas. En medio de la noche el chico caminó por la caverna, con sus manos agarró al animal muerto que había cazado Nando y le dió unos bocados para saciar su hambre. Kaban, desde pequeño comió carne cruda, no le hacía asco a eso; es más, odiaba la carne cocinada.
El sol pálido, la brisa desparramaba las cenizas que quedaron del fuego, pero el fuego seguía encendido dentro de Kaban, quien descansaba con los ojos fijados en un punto, en las grietas de las rocas, en cada telaraña agitada por la brisa, en cada minuto recorrido.
Al levantarse del suelo en donde había dormido, miró a las personas dentro de la cueva con detenimiento. Lampiño, Nando y Katupeku, se fijó en estos últimos dos, y como dormían juntos, un gran lazo los ataba el uno al otro. Eran un equipo.
Recordó a su único amigo, el único ser que él amaba y que todavía seguía con vida. Prometeo, un soldado de Emma, igual que él, pero sin la maldición de la traición. Por la mente del muchacho Kaban pasaban ideas de cómo acabar con ella, su Reina. La decisión ya la había tomado. Iba a acabarla, pero él no se iba a apurar en hacerlo.
Al darse cuenta, habría estado mirando a Nando durante varios minutos, Kaban se acomodó sus ropajes y tras media vuelta, comenzó a caminar hacia la salida.
— ¿A dónde vas?
Preguntó Nando, esa pregunta no era una pregunta casual, el hombre no quería saber a dónde iba Kaban, quería saber qué es lo que haría, a que dirección su corazón apuntaba, si tomará los riesgos, si seguirá el camino de la venganza.
— A cumplir lo que ustedes negaron. Cobardes.
El chico pelirrojo sin esperar respuesta salió de la caverna, perdiéndose entre la cortina de nieve que caía suavemente.
Nando miraba el brillo que entraba del exterior, sus ojos poco a poco se acomodaban a la luz que inundaba el lugar, su cuerpo adolorido le impedía hacer movimientos, pero con esfuerzo pudo estirarse. Tres o cuatro huesos habrán tronado en ese movimiento.
— Irá a matar a Emma.
— ¿En serio Katu? Si no me lo dices no me daba cuenta.
El animal bufó, y todos en el lugar miraron la salida a la caverna con pena, la nieve cayendo y el frío abrazando nuevamente los cuerpos adoloridos y lastimados de los muchachos.
— Un hombre decidido es peligroso. — Aportó Lampiño, rompiendo el silencio.
— Está impulsado por la venganza. — Nando, en sus palabras se sentía la pena, al saber por lo que estaba pasando el muchacho.
— Igual que tú Nando.
— No me hizo sentir mejor.
— Cada hombre labra su propio camino.
Nando con esfuerzos, se levantaba, limpiando y sacudiendo sus ropajes, mirando las cenizas del fuego.
— Fui fuego, ahora solo soy cenizas. Aboqué mi vida a algo horrible y finito. — Nando, negando con la cabeza mirando los restos de la fogata.
— Si miras el reflejo del lago mohoso solo verás lo negativo. El mundo es un poco más seguro ahora mismo. Debes ver lo bueno de tus actos.
— ...
—Mira el lago cristalino de la bahía. — Lampiño, aún acostado en el suelo, mirando la nada misma.
— Salvamos muchas vidas. Es cierto — Nando caminando por el lugar, para luego mirar a Lampiño y buscar sus ojos sin éxito. — ¿Pero podremos salvar las nuestras?
— El hombre labra su propio camino.
El silencio llamaba al pensamiento para que ordene las vidas que se hallaban en ese lugar, el silencio pidiéndole al pensamiento que guíe a cada ser que la caverna alberga, esta última quiere descansar en paz.
— ¿Somos héroes?
— Somos humanos.
Ninguno es completamente bueno ni malo, la figura del héroe es imposible de conseguir para alguien que carga sus emociones consigo. Solo quien abandone toda su vida, carezca de emociones y dedique su meta al bien, será llamado héroe.
Era hora de partir, abandonar el lugar que los acogió en la noche, estaba, Nando sobre su caballo, su amigo. Frente a Lampiño.
— Será quizás la última vez que nuestras vidas se crucen, espero puedan vivir plenamente, yo, solo debo seguir pensando que es lo que necesito. — Lampiño, vapor salía de su hablar, pero parecía no tener frío, estaba calmado y con una sonrisa en su rostro.
— Lampiño, te deseo sabiduría para tu camino.
— Igualmente.
El hombre, el que siempre utilizó a los animales para movilizarse para cruzar cualquier atasco, ahora solo caminaba, usando solo lo único que tiene por derecho. Su cuerpo. Nando miraba esto con un poco de felicidad, al parecer, sus palabras impactaban en los demás. Lampiño, a modo de redención, no volvería a manipular animales para que mueran por él. Por su cabeza pasó la alternativa de que, quizás, y solo quizás, el dialogo pudo haber sido la solución.
— Nando, ¿Qué miras? se fue hace rato.
— Nada, vámonos.
Las palabras también son un gran poder.
— ¿Qué es ese silencio socio?, Lo hicimos, acabamos con ese asesino.
— Al matar a un asesino, el número de asesinos en el mundo sigue siendo el mismo.
— ... — Katupeku volaba, pensando y reflexionando. — ¿Había otra alternativa?
— Quizás.
— Fue una gran aventura.
— Lo sé, sí que lo fue.
— ...
— Escucha, si quieres seguir viviendo al límite, acompaña a ese chico Kaban. Yo buscaré descansar de todo, tengo mucho en qué pensar, entiendo que no quieras seguir en mi camino.
— Sabes, creo que un descanso también me vendría bien.
— Pues, vamos a un lugar cálido.
— Descansaremos. Aunque tú tienes algo Nando.
— ¿De qué hablas?
— La historia te persigue.
— ¿La historia me persigue?
— Tu camino no ha finalizado, algo me lo dice.
— Para mí, sí.
— Pues seguiré a tu lado, aún así.
En el semblante de Nando, una sonrisa emergía de la tristeza que inundaba su ser, una gran amistad habría cosechado en ese terreno lleno de sangre que es la venganza. Recordó las palabras de Lampiño.
"Si miras el reflejo del lago mohoso solo verás lo negativo. El mundo es un poco más seguro ahora mismo. Debes ver lo bueno de tus actos."
"Mira el lago cristalino de la bahía."
— Llévame a yute, necesito dormir en algo blando.
ESTÁS LEYENDO
LEYENDAS: VENGANZA Y ODIO
ActionEsta no es una historia de buenos y malos, sino una donde se evidencian los más profundos sentimientos de las personas, y ver como estos últimos los llevan a obrar de la manera más degradante y repulsiva. En una tierra donde los ecos del pasado danz...