Capítulo X: Intrigantes revelaciones

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No tardé tanto en llegar a la dirección que Evelin me envió por correo para encontrarme con ella en la última parada del autobús 101 que era el que conducía a la casa del Señor Fisher.

Me encontré con Evelin y juntas fuimos a investigar, era un barrio tranquilo según se podía apreciar y bastante simple a plena vista. La supuesta casa del Señor Fisher estaba cerrada, entramos a investigar por los alrededores pero no encontramos nada.

Gracias a una vecina que pasaba por allí pudimos tener algunas novedades respecto al tema. La señora nos contó que el hombre era bastante tranquilo y no tenía problemas con nadie y al parecer vivía con su madre la cual estaba enferma.

La mujer lo contaba todo con una inocencia obvia pero para nosotras que sabíamos el trasfondo de la historia, no había nada cercanamente inocente en aquellos relatos que nos contaba.

Según ella el Señor Fisher siempre hacía la misma rutina cada día, del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, hasta que una tarde no regresó y se mantuvo así por varios días hasta que dieron parte a la policía. En cuanto a la madre fue lo más raro de toda la historia.

La vecina alegó que unos días después de la desaparición del hombre, a la casa vinieron unas personas muy extrañas a buscar a la señora, según ellos conocídos que se encargarían de ella hasta que hubiera alguna novedad, pero dicha novedad nunca llegó y de la anciana ni rastro, como si hubieran desaparecido.

Para mi todo estaba claro, era más que obvio que quien quiera que sea que esté detrás de todo esto, sabe perfectamente lo que hace y se encargó de que del Señor Fisher no hubiera ni rastro.

Presionamos un poco a la mujer para que recordara algo más pero los esfuerzos no sirvieron ya que era todo lo que la Señora podía recordar. Evelin y yo conformes por la información brindada nos disponíamos a irnos cuando la mujer recordó otro detalle, dijo que si mal no recordaba había alcanzado a ver un detalle en el vestuario de los desconocidos que vinieron a por la madre del hombre. Un broche dorado que la mujer no supo distinguir pero que si está completamente segura de que una de las letras del broche era una M.

No era necesario que dijera más nada, ya todo tenía sentido, y recordaba perfectamente donde había visto un broche similar a ese, pero es muy pronto para hacer conclusiónes precipitadas pero al menos yo no tengo certeza pero tampoco tengo dudas.

A eso de las 7:00 ya estaba en casa, papá estaba haciendo un trabajo forzoso en la ventana del lado izquierdo de la casa y como apenas llegaba me pidió ayuda y fastidiada tuve que aceptar. Consistía en quitarle el seguro a la ventana, no la dañaba si no que la abría porque se había atascado, luego se cerraba otra vez.

Ayudé irremediablemente ya que se necesitaban dos personas y después me di un baño y me puse a leer un poco, hacía tiempo que no lo hacía desde que empezamos con esta locura. Me ayudaba a escapar de mí realidad por horas y vivir cualquier vida que no fuera la mía.

Cuando te acompaña un buen libro las horas se te pasan rápido y eso fue lo que me sucedió, cuando me vine a dar cuenta eran las nueve y dos minutos, bajé a por mi cena y luego me vi algunos Likes en la app para después irme a dormir.

Nuevamente tuve otro de esos reveladores sueños pero éste era diferente a los demás.

Me encontraba en un valle amplio que estaba dividido por un pequeño río. En este sueño yo si era yo, la Abigail de siempre pero no estaba sola. Detrás de mí estaban los chicos del grupo junto a mis padres y del otro lado del Valle había un Chico fuerte, apuesto y de hombros anchos con una vestimenta de color negro que al menos de músculos no dejaba nada a la imaginación.

Tenía una corbata roja al igual que la camisa que llevaba debajo de aquel traje, sus ojos eran extraños, de color semejante al dorado y de cabello negro y por alguna razón me extendía la mano para que fuera hacia él.

The Night (Libro:1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora