El domingo en la noche echaría a andar mi plan maestro y durante el día me dediqué a recopilar cosas por la casa, tales como: papéles, cartones, o mini bolsas desechables en fín lo nocesario para poder obstruir hasta una letrina de ser preciso. Usmee en el garaje y encontré varias cajas con antiguos papeles mordisqueados por las cucarachas y polillas además de otras cosas que serían de utilidad.
Empaqueté todo en una enorme mochila algo pesada pero resistible y la guardé en un rincón del garage ya que mis padres están todo el tiempo al acecho y no quería que sospecharan. Cerré la enorme puerta pero dejé una pequeña ranura por la que pudiera caber ya que al abrirse hace demasiado ruido y a la hora que planeaba salir, despertaría a todo el vecindario y eso no era conveniente.
Subí a mi habitación y me senté en el pequeño escritorio que había en un extremo de ésta cerca de la puerta y me puse a observar mi expediente. Para entonces mi cuarto había cambiado rotundamente, ahora en la pared había un gigantesco mural con fotos de Aiden, de su casa, de su cuarto y de su perro, en la escuela, en el patio y hasta en el deporte, y con algunos de sus primos, todo lo que fuera necesario para saberlo todo sobre él y su familia.
Inspeccionaba el mural con la mirada detenidamente hasta que un toque en la puerta me sacó de mis pensamientos. Me levanté de la silla y procedí a abrir la puerta de mi habitación y casi me da un infarto cuando ante mi puerta estaba la chica castaña de pelo rizado que se decía mi mejor amiga.
- Maggie y tú que haces aquí -pregunté reparandola con la mirada algo extrañada.
- ¿No recuerdas?, dijiste que harías una pijamada como distracción al momento que la llaves estuvieran en tu poder ¿ya lo olvidaste?.
- Ah si, si lo recuerdo pero pensé que no lo recordarían.
- Pues buen intento, ya vi que no ibas a contarnos nada, por suerte le dije a Toño que me avisara en cuanto la la llave estuviera lista.
- Toño te voy a matar, bueno ya que, pasa.
Maggie entró en mi habitación y dejó el pequeño bolso café de un tirante que traía cruzado del hombro izquierdo al lado derecho de la cadera encima de la mesa y se sienta en mi cama y observa el mural.
- ¡Waaao! Morí y vine a parar a Aidenlandia.
- Ese lugar ni siquiera existe y en caso de que lo abran, en la inauguración le prendo fuego como a la legendaria biblioteca de Alejandría.
- Ay Abigail no exageres, como si no te gustara muy en el fondo acosar a tu vecino.
- Maggie eres tú la que sueña con mudarse con él a una isla desierta y poblar el planeta no yo, y mi supuesto acoso tiene otros motivos.
- Está bien, entendí, por cierto ¿mi primo puede subir?.
- ¿Tu Primo?.
- Si es que traje algunas cosas para nuestra misión y otras para la distracción ¿qué dices?.
- Esta bien, no veo ningún problema dile que suba. ¿pero por qué lo dejaste abajo? -me acerco junto con Maggie a la ventana mientras ésta le hace una seña para que suba.
Unos segundos después el chico se apareció por la puerta con una enorme mochila en los hombros y dos más en cada mano además de un maletín de una sola asa que traía del mismo modo que el bolso de Maggie.
La castaña le indicó que pusiera las cosas en el suelo y así lo hizo y cuando se puso de pié, lo pude observar mejor. Tenía una gorra verde oscura puesta al igual que la camiseta que llevaba debajo de una chaqueta de mangas largas azul al igual que los pantalones. Su cabello y sus ojos eran igual a los de Maggie, Castaño y color café.
ESTÁS LEYENDO
The Night (Libro:1)
Genç KurguUna chica llamada Abigail es obligada a mudarse a un pueblo aparentemente tranquilo y sin nada fuera de lo común con sus padres, en circunstancias misteriosas. Pero pronto ella descubrirá que nada es lo que parece y sin querer acabará desatando un t...