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Las semanas habían volado cuando Ari menos se dio percató. Ya hacía casi un mes que estaba en la fundación BB y apenas se había dado cuenta.

¿Pero como se iba a dar cuenta del paso de los días si estaba todo el tiempo haciendo algo?

Una nueva rutina se había instaurado en su vida y aunque le costó acostumbrarse, comenzaba a agarrarle el ritmo.
Se despertaba temprano, muy temprano, al llamado de Cielo para comenzar a trabajar. El cuento de la plata para la guitarra seguía en pie y le había sumado el invento de que no quería que los chicos se enteraran porque iban a querer colaborar y ella no quería eso. Poco creíble para Ari pero a Cielo, después de cuestionar mucho y a regañadientes, le bastó. Luego seguían las clases de Lengua con James e Historia con Nico durante el resto de la mañana. Para después ordenar los cuartos con la compañía de Rama. Sí, Ordóñez le había ganado por cansancio. Al principio él tuvo que insistirle durante un par de días para que lo dejara ayudar, pero de la nada la costumbre hizo que se apareciera sin pedir permiso ni bien terminaban las clases de Nico. Siempre escuchando las quejas de la chica por los primeros cinco minutos insistiendo en que él no tenía nada que hacer ahí, pero se podía decir que estaba aprendiendo a evadirlas, desviaba la conversación o le hacia algún chiste y seguían hablando los próximos minutos hasta que terminaban de ordenar. Claro que Ari lo notaba, solamente se cansaba de discutirle y lo dejaba quedarse. Iniciando así algo que medianamente se acercaba a una amistad y que él esperaba que desencadenara en el día que ella finalmente se diera en cuenta que no tenía motivos para desconfiar de los chicos o de él. La tarde seguía en salir a trabajar a la calle, con suerte, o ir a trabajar a los hornos por horas. Finalmente y después de alguna que otra ayuda más a Cielo, el momento más esperado del día llegaba: apoyar la cabeza en la almohada y dormir.

Eso era todo. Una rutina que le había hecho pensar que los últimos días eran infinitos.

Lo bueno de la situación era que Bartolomé y Justina creían que la tenían controlada, lo cual les bastaba para dejarla libre de castigos por un tiempo y que hubiera algo parecido a la paz en la casa. Aunque la verdad era que Ariana estaba lejos de ser controlada, simplemente para que la dejaran un poco en paz y por consejo de los chicos había bajado un cambio por el momento, se mordía los dientes para no actuar, pero lo lograba.

Luego de ese repaso y remontandonos a la actualidad, Ari estaba con Monito y Alelí, terminando de armarles unas pequeñas viandas para una excursión a la que los llevaría Nico con la clase de Historia. Que en realidad era para que lo acompañaran a buscar una pista sobre la isla de Eudamon, pero ninguno de ellos, a excepción de Ari, se negó.

—Bueno, prestenme atención —les pidió a los más chiquitos poniendo dos tuppers chicos que había tomado "prestados" de la alacena frente a ellos sobre la mesa. —. Hay dos sanguchitos para cada uno y son iguales, así que no me quiero enterar que hubo problemas por eso, eh. —los señaló a ambos.

—¿Y vos por qué no vas, Ari?  —le preguntó Alelí después de agradecerle.

—Ya les dije, me quedo a cuidar a Lleca. 

—¿Y por qué no lo cuida Cielo? —cuestionó entonces Monito.

—Porque no es nuestra mamá y tiene mucho trabajo como para estar cuidandonos. 

—Y vos tampoco sos nuestra mamá —siguió la hermanita de Rama. — pero igual nos preparas la comida y nos cuidas.

Ari solamente se rio levemente antes de fruncir el ceño. —¿Me parece a mí o este es exactamente el mismo cuestionario que me hicieron hace media hora?

fearless • Casi AngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora