fearless • Casi Angeles

008

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Esa noche Ari había dormido bien, para su sorpresa, incluso había tenido un sueño, cosa que no pasaba hacía bastante.

A primera hora de ese día todos los chicos ya estaban despiertos para poner en marcha el plan rescatar a Jazmín del gitano que la quiere vender. 

Pero como Tacho y Rama aún tenían un par de cosas que terminar de arreglar acerca del mismo, Mar y Ari estaban charlando en el cuarto. 

—...y bueno, después me puse nerviosa y me fui. —Mar le estaba contando lo que había pasado el día anterior mientras ella estaba con el tema de Jazmín.

—Para, para, recapitulemos. —Dijo Ari. —Thiago se enteró que lo de la plata era una joda que quisieron hacerte los chetos. —Mar asintió. —Y se re calentó y se fue a agarrar a trompadas con el amigo. 

Mar volvió a asentir aunque después lo pensó mejor. —Bueno, no tan así, pero sí.

—Tan así, sí, Mar. —Replicó. —El flaco se peleó con el mejor amigo para defenderte. —Siguió ella con una media sonrisa. —Pero después el otro idiota del amigo te pegó también.

—Fue un accidente, le quería pegar a Thiago.

—Ni ver sabe el tarado este, ¿te das cuenta? Cuando se solucione todo el tema Jazmín, nos vamos a encargar del tema conchetos. —Avisó ella. —Podemos hacerle algún muñequito vudú y lo pinchamos todo con alfileres o algo así.

Mar soltó una carcajada.

—Es chiste, ¿no? —Preguntó dejando de reír un poco.

—Ay, obvio, no estoy tan enferma... —Dejó de reír también. —...y tampoco se hacer muñecos vudú. —Las dos se quedaron en silencio y se volvieron a reír otra vez como si nada. —Bueno, bueno, pero ahora volviendo al tema Thiago... —Sonrió otra vez. —...es obvio que está re enganchado con vos, ¿por qué lo dejaste tirado anoche?

—Porque me pidió que le dictara un trabajo para el colegio y yo no sé leer. —Dijo en voz baja. —Imagínate lo que iba a pensar. La pobre huerfanucha que no sabe leer, para darle lastima no me iba a quedar.

Ari pensó un momento. —Por un lado tenés razón. —La señaló. —Pero por el otro no creo que te tenga que dar vergüenza. 

—No me da vergüenza. —Respondió segura. —Bueno... por ahí me da vergüenza que él sepa.

—Mira, por lo poco que lo conozco, no creo que te vaya a decir nada o que le vayas a dar lastima. Pero bueno, yo que sé. —Se encogió de hombros. —No es tan malo no saber leer igual. Si sirve de algo, yo nunca aprendí las tablas. 

Luego de eso ambas soltaron una risa al aire.

Le gustaba hablar con Mar, la chica le caía bien y después de todo lo del tema de los chetos y la plata, ambas comenzaban a sentirse un poco muy amigas de la otra.

—Chicas —Rama entró al cuarto. —, vengan que ya está todo para arrancar con el plan.

Así ellas salieron con el rubio y se dirigieron afuera de la mansión. Era el momento justo para salir a concretar el plan ya que no había rastros de Barto o Justina en toda la casa.

Una vez que salieron y estuvieron listos los cinco salieron de la mansión dispuestos a irse sin que nadie los viera. Aunque no dieron ni diez pasos que se chocaron con Nico.

—¡Chicos, chicos! —Los detuvo junto con Mogli. —Queremos ser de su banda. 

Los cinco lo miraron confundidos.