fearless • Casi Angeles

012

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Una vez que todos volvieron a la mansión luego de conseguir la plata y darle casi todo lo recaudado a Justina, los chicos fueron al taller para poder charlar tranquilos.

—Ya es la segunda vez que casi le blanqueas todo a Cielo. —dijo Tacho mientras entraban.

—¿Y si se lo blanqueo qué? —le cuestionó Rama de mala manera.

—Nada, nos mandas a todos al muere. Pero tranqui. —acotó Ari una vez que entraron y se sentaron en el piso.

Resulta que el consejo de la castaña no había servido de mucho ya que este no le hizo ni un poco de caso. Porque cuando Rama, Tacho y Lleca habían vuelto, el primer nombrado tuvo un encontronazo con Cielo. Por lo que les habían contado los otros dos a Mar, Jaz y a ella, la adulta comenzó de nuevo con las acusaciones y otra vez Ramiro estuvo a punto de largar toda la verdad, de no ser porque Cristóbal llegó a buscar a Cielo para que solucionara un problema que se estaba dando en el loft de Nico y se la llevó.

Así que ese era el motivo de que estuvieran todos reunidos en el taller ahora.

—Si vos le decís a Cielo, ella le va a contar todo a Barto y a nosotros se nos pudre todo. —dijo Lleca.

—Se abre el telón pero para nuestra última función. 

—Chicos, Cielo no es tonta. Para mí tenemos que decirle toda la verdad, eh. —opinó Mar.

—No, no, mejor no. —dijo Rama de la nada.

—Pero recién dijiste que le querías contar toda la verdad, Rama —siguió la gitana. —. ¿Al final quien te entiende?.

—Nadie. Nadie lo entiende. —comentó Ari en voz baja ganándose una mala mirada del rubio.

—¿Qué?, me arrepentí —respondió él encogiéndose de hombros. —. Al final todos la defienden y es igual que Don Barto.

—Nada que ver. —la defendió Monito.

—Cielo es re buena. —le siguió Alelí.

—¿Y por qué me grita? —cuestionó su hermano de mala forma.

—Porque se supone que nosotros prendimos fuego el colegio sin justificación. Es obvio que se va a enojar y nos va a atacar —explicó Ari con obviedad. —. Hay que ignorarla hasta que se le pase y fue.

—Ella no sabe que todo esto lo hiciste para cuidar a tu hermana, Rama —siguió Mar. —. Pero yo no creo que la solución sea ignorarla.

—Es verdad. Yo también estaba re enojada con vos Rama, hasta que me contaste todo —opinó Alelí. —. Chicos, tienen que decirle.

—Pasa que si le decimos se nos viene la noche. —le dijo Ari.

—¿Vos qué pensás? —le preguntó ahora Rama a Tacho quien no había vuelto a hablar.

—Que es una locura —dijo este sin más. —. Imagínate que le contas a Cielo. Barto se entera y nos manda a un reformatorio. Y telón.

—Para mí, nos tenemos que quedar todos piolas, eh. —volvió a decir Lleca.

—No, no, yo no opino lo mismo —negó Mar. —. Para mí le tenemos que contar, ella va a confiar en nosotros, chicos.