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Estaban todos parados uno al lado del otro con las miradas en el piso y Justina en frente, esperando a la llegada de Don Barto para un nuevo reto. Pero en su lugar fue Cielo la que entró y los miró con sorpresa.

—¿Chicos, que pasó? ¿Me dejaron plantada? ¿Arrugaron? —empezó a hablar con la misma rapidez con la que todos empezaron a hacerle señas para que hiciera silencio. —No, no me callo nada. Tanto ir y venir para irnos y ustedes me me me... el concurso ya debe haber empezado y encima no encontré-

—Tenía que estar usted, detrás de todo esto —la rubia llevó la mano a la boca cuando Justina se puso a su lado, al fin entendiendo la advertencia de sus chicos. —. Así que concurso.

—No, yo no dije concurso.

—¿No?

—No, no —pensó con poco disimulo. —. Dije confuso.

—¿Vos te crees que yo nací ayer?

Parecía que el ama de llaves iba a decir algo más, sin embargo el silencio se instaló en el cuarto cuando Bartolomé entró en él, haciendo que el temor de lo más chicos incrementara.

Que caro que les iba a salir todo aquello, pensaba Ari con frustración mientras veía la figura del hombre acercarse.

—¿Perdón, Tina? —habló. —¿Qué está pasando acá?

—Pasa, señor, que hay alboroto porque esta chica —señaló a Cielo con enojo. —. Genera ilusiones en nuestros pequeños.

Al oír las ultimas dos palabras un esclafrío recorrió a Ariana, que horrible que sonaba aquello.

Bartolomé vio a la rubia en espera de una explicación.

—Barto, yo solamente los quería llevar a un concurso de bandas.

—Ah, solo eso —levantó las cejas. —. ¿Y qué te había dicho yo?

—Dejemelo a mí, señor, corrrrectivo para todos.

—Don Barto, usted es bueno... —quiso hablar Cielo en una petición.

—Y muuuy bueno —asintió él. —. Pero si Tini dice dice "correctivo" —los observó con molestía. —es porque algo habrán hecho —volvió a Cielo.

—Ay, es que seguramente está un poquito encabronada porque los chicos la mandaron ahí a esa isla fantasía para que se encuentre con usted —divagó buscando una excusa. —. Pero fue solamente para darle una alegría.

A pesar de que la inteción de la acrobata fuera buena, los chicos no sabían en donde meterse, si hubieran podido salir corriendo al ver las caras impactadas de ambos adultos ante la confesión de Cielo, lo hubieran echo sin pensarlo.

—Señor, no la escuche ya sabemos que esta chica tiene trastorrrrnos graves —se apuró a decir Justina.

—No, eh... —Cielo habló y Barto volvió a verla sin creer todavía lo dicho.  —Doña, ¿por qué no le dice que se le afloja el calzón por el Don?

De inmediato Bartolomé miró a Justina con los ojos abiertos y sorpresa.

—¡Ah! bue... ah, bue, ¡Ah, bue! —negó cruzandose de brazos. —¡Barbara!

Ante esa escena todos tuvieron que ahogar risas .

—¡Silencio, Justin! —sentencio repentinamente Bedoya y miró a los chicos con molestia. —Ustedes más tarde me van a escuchar —luego a Cielo. —. Vos, a tu trabajo. Y ya sabés: Los concursos estás prohi-bi-dos.

fearless • Casi AngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora