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Con la bolsa de tela en una de sus manos y la maceta siendo sostenida firme a su costado. Ari llegaba junto con Jaz y Mar de nuevo rumbo a la mansión.
El trío volvía hablando animadamente, haciendo sus suposiciones con respecto al plan que habían armado y esperando que los chicos no hubieran cometido ningún error.

Imaginarse la reacción de Barto al encontrarse con Justina y no una embajadora interesada en él les causaba unas cuantas carcajas que resonaban cerca de la fuente.

Sobre el tema del baldío y lo ocurrido ahí no volvieron a hablar. Ari no había tocado el tema, y las chicas no se sintieron en el lugar de hacerlo. Ya era un tema pasado para la castaña, quería que lo fuera, no había más que hacer o decir al respecto. Quizás aprender a vivir con ello, pero para eso tendría tiempo de sobra. Mientras tanto iba a aprovechar para recuperar el tiempo que sentía que había perdido lamentándose.

No le dijo a nadie, pero estando ahí tuvo la certeza de que su abuelo la habría retado al saber que se había perdido tanto.

Tenía que aceptar lo que le tocaba y esforzarse por buscar el lado bueno.

Después de todo no estaba sola.

En fin, las chicas estaban llegando al portón de la mansión cuando se encontraron con Mogli, Cris y Fede.

—Cristobola, ojito —señaló el hombre a Cris.

—Ojito tú —lo imitó el Bauer mayor.

—Ah bouna —se rio. —Feferico cuidar a Cristobola —le pidió. —. Cuidarse Feferico también.

—Tranqui, Mogli —le palmeó el hombro.

—Sí, nosotros acá estamos joya —respondió el chiquito. —. Mirá ahí vienen las chicas.

Señaló a las tres que se acercaban viendo divertidas la escena. Fede se percató de esto y se enderezó en lugar mientras se acomodaba el pelo.

—Bouna, bouna —asintió el mayor rápidamente y despeinó a Cris con cariño para hacer lo mismo con Fede quien rio y luego lo detuvo.

—Mogli, Mogli, dale, andá que te espera tu chica. —recordó Federico.

El Sahori miró a donde se hayaba una mujer pelinegra sonriendole mientras lo saludaba y salió corriendo para ir junto con ella.

Entonces el adolescente se acercó a las tres amigas.

—Ari —la saludó. —y Mar —se percató y luego miró a Jaz. —Y... —la señaló con duda sin saber su nombre.

—Jazmín Romero, Jaz —se presentó.

—Y Jaz —asintió el rubio.

—¿Todo bien? —preguntó Ari. —¿Qué hacen acá?

—Papá no está, Mogli tuvo que irse y como nos aburrimos en loft quería saber si podía venir a jugar con los chicos —explicó Cristóbal.

—Obvio, sí —asintió Marianella y miró a Fede. —y vos te podes quedar también.

—Sí querés —agregó Ari luego de dar una corta mirada a Mar, que reprimía una risa.

—Y bueno, si tanto insisten —se encogió de hombros el rubio sonriendo mientras metía las manos en sus bolsillos. Luego notó las cosas que Ari traía consigo. —. ¿Volvieron de comprar?

—Algo así —asintió la castaña. —. En el procedo rescatamos una planta —señaló la maceta.

—Es una suculenta, ¿no? —cuestionó este.

fearless • Casi AngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora