Sixteen

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Cuando aterricé en el hangar me topé con Natasha esperándome con gesto adusto

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Cuando aterricé en el hangar me topé con Natasha esperándome con gesto adusto. A su lado no se encontraba ninguno de los hombres a los que fue a acompañar. Un sabor amargo se plantó en mi paladar. Algo en ella no estaba bien. Ella se limitó a hacerme una seña para que la siguiera, guiándome en tenso silencio hacia la sala de conferencias.

—¿Es necesario venir hasta aquí? —le pregunté, buscando con miradas fugaces la presencia de James, pero no había nada que fuera de lo común a la vista.

Natasha no respondió.

Nada me había preparado para la impactante revelación que me guardaba al entrar en la habitación. En la pantalla destellaban imagines borrosas de una siniestra figura metálica empuñando un rifle de asalto. No podía ser...

El aire abandonó mis pulmones cuando Natasha confirmó mis peores temores. El hombre que apareció perpetrando ese bombardero en Viena no era otro que James Buchanan Barnes, mientras nosotros seguíamos en las negociaciones...

Me aferré al borde de la mesa con los nudillos blancos, luchando por no desmoronarme ahí mismo. Esto no podía estar pasando. Debía ser una pesadilla...

—¿Qué ocurre Stark? ¿No lo reconoces? Es el mismo hombre que nos atacó por orden de HYDRA cuando fuiste secuestrado.

—Él había desaparecido —casi me mordí la lengua al responder.

—¿Desaparecido? ¡Stark! ¡Mentir no vale en estos momentos! ¡Firmaste esos acuerdos, cuando tenias a ese criminal escondido! Es el sospechoso principal del atentado terrorista.

—Natasha.

—¿Y sabes quién lo esta buscando? Steve ya fue en su búsqueda, Tony no hay manera de que las cosas salgan como sea que los estabas planeando.

Apenas pude balbucear una excusa antes de salir precipitadamente de ahí, las piernas amenazando con ceder bajo mi peso. Me encerré en el taller y desactivé todos los protocolos, incapaz de enfrentar a nadie en ese estado.

¿Cómo demonios habían salido Bucky de la torre? Se suponía que los controles de acceso los tenía solo yo. Él no podía simplemente activar los protocolos e irse, era virtualmente imposible...

A menos que... esa no hubiera sido su intención desde un inicio.

Un terrible presentimiento se alojó en mi pecho mientras revisaba frenéticamente las grabaciones de las cámaras de seguridad, buscando alguna pista de lo que había sucedido durante mi ausencia. Bastó solo un vistazo a las últimas 48 horas para confirmar mis peores temores.

Ahí, capturado en nitidez 4K, estaba Bucky sufriendo uno de sus tormentosos episodios psicóticos. Retorciéndose de dolor, balbuceando en ruso, golpeándose la cabeza en un intento por mitigar el sufrimiento. Hasta que de pronto se quedó completamente inmóvil, enderezándose como un autómata.

Cuando el reloj se detiene; WinterIronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora