Miserable.
Esa palabra resonaba en mi mente mientras permanecía de pie frente al ventanal, contemplando las brillantes luces de la ciudad con una copa de whisky en la mano. Nueva York se extendía titilante más allá del cristal, ajena a la tormenta emotiva que arrasaba con mi alma en la soledad de esta torre.
Mi torre. Mi reluciente jaula de oro, como solía llamarla. Tecnología de punta, lujos y comodidades por doquier...pero al final del día, seguía siendo una jaula que me aislaba del resto del mundo. Y sin James a mi lado, la soledad que reinaba entre estas paredes de cristal se volvía insoportable.
Llevé la copa a mis labios con mano temblorosa y bebí el whisky de un solo trago, sintiendo cómo ardía en mi garganta. En los últimos meses, el alcohol se había convertido en el único escape viable a este tormento, mi tabla de salvación en medio de recuerdos agridulces y un futuro plagado de incertidumbre.
Destino de mierda, realmente. Marcado desde el inicio para quedarme solo, sin importar cuánto luche por aferrarme a quienes amo. Primero mis padres. Luego James...
¿Por qué la vida se empezaba en negarme toda posibilidad de felicidad? No es que la mereciera, lo sabía bien. Mis manos estaban manchadas de sangre inocente, fantasmas que me perseguirían por siempre. Pero James...él merecía algo mejor después de décadas de sufrimiento. Y yo sólo quería dárselo, tomar ese dolor lejos de él.
Y aunque una parte de mí lo comprendía, la herida de su partida aún escocía.
Escocía porque lo amaba. Lo amaba con una intensidad delirante, con cada fibra de mi ser. Él era mi alma gemela, la pieza que faltaba y que había encontrado de la manera más inesperada. ¿Quién hubiera pensado que mi destino estaba entrelazado con el de mi propio atacante?
Frente al gobierno. Frente a las cámaras. O incluso con gritos que defienden a gritos a quienes en algún momento fue mi querida familia.
Desde un inicio estuve solo. Marcado por los demás. Como asesino, o como el hombre más rico, pero siempre mantuve mi distancia. Ellos no me conocían, no tampoco se darían el tiempo para hacerlo.
Y, sin embargo, aquí estaba...con el corazón destrozado otra vez mientras contemplaba las luces de la ciudad a través del ventanal, preguntándome si nuestro hilo rojo del destino finalmente se había roto o si existía una última oportunidad para nosotros, o si realmente ese estúpido Dios se había equivocado con la elección entre dos seres destruidos.
Solo. Sería la mejor manera de decirlo.
—¿No irás detrás de ellos? —preguntó Rodhey a mi lado, de alguna manera la primera clausura contra Ross había sido ganada, y estábamos descansando de solo colocar una máscara, o por lo menos sería mi caso—. Diste todo por esperarlo, buscarlo... y ahora, bueno...
Sonreí con amargura antes de servirme otra copa. Rodhey siempre había sido la voz de la razón, pero en este momento necesitaba más que palabras sensatas. Estaba listo para alimentarme de una gran mentira que pudiera calmar las voces racionales de mi mente. Necesitaba un maldito trago que me hiciera olvidar el dolor abrasador que James había dejado en mi pecho.
ESTÁS LEYENDO
Cuando el reloj se detiene; WinterIron
Fiksi PenggemarDesde que nacemos, llevamos la cuenta regresiva hacia el momento en que conoceremos a nuestra alma gemela. Un reloj en nuestra muñeca hace tic tac hasta ese instante que cambiará nuestras vidas para siempre. ¿Pero qué pasa cuando ese momento llega d...