La enfermedad de Hatice.

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Al amanecer del día siguiente, Mahidevran se levantó con el revuelo del harem

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Al amanecer del día siguiente, Mahidevran se levantó con el revuelo del harem. Los pasos se oían claramente, y fue ahí cuando la sultana salío de sus aposentos para ver que sucedía.

En la puerta pudo observar a Hürrem peleando con las demás concubinas. Las mujeres del harem no querían dejarla pasar.

Era totalmente cierto que ella trataría de matar a su amiga. No logró su cometido horas antes, pero ahora sí lo conseguiría.

Entre sus peleas, las una de las concubinas tiro a Hürrem al piso, alterando a Mahidevran, la sultana se acercó a su enemiga y la ayudó a levantarse, pero antes de que pudiera hacerlo Hürrem se levantó y jaló a la mujer que tenía en frente.

—¿Cómo te atreves? —Gritó Hürrem mientras jalaba el brazo de la concubina Albaneza.

—Sueltame.

Mientras la mujer llamada Julia Gritaba que la soltaran, las demás mujeres trataban de separar a Hürrem de Julia.

—¿Qué haces, Hürrem? Eres la madre de un príncipe, no deberías hacer eso.

—No me importa. Sueltame. Déjame. Ella se lo merece.

Mahidevran logró separar a Hürrem de Julia y la miró a los ojos y la soltó de inmediato. Su aura de paz y sensatez no le permitiría golpear a su enemiga o quedar en ridículo.

Al soltar a Hürrem, Mahidevran subió las escaleras de las favoritas hasta llegar a la habitación de Nurhan.

Dentro estaba Ayşe hablando con ella, compartían risas y comían alguna que otra fruta.

—Buenos días.—Ante la entrada de Mahidevran Nurhan se levantó e hizo una reverencia en muestra de respeto.

A los pocos minutos, se escucharon los pasos de alguien, Mahidevran voltio y presenció la entrada de Hürrem.

La Pelirroja mantenía una sonrisa hasta ver a sus enemigas, hizo una muestra de disgusto y se paro en frente de ellas.

—¿Qué esperan? Levántense, quiero sentarme.

Las tres mujeres se miraron entre sí y Mahidevran, como la más fuerte de todas, se levantó y sonrió.

—Hürrem, ahí más asientos, ve y siéntate. Nurhan no quiere verte ahora.

—No es cierto, soy tu amiga, María. Recuerda.

La nombrada no le hizo caso y giro su cabeza hacia otro lado, no tenía intensiones de ver a la mujer que casi la desfigura.

Hürrem sujetó el brazo de su "amiga" y le grito; Tú nunca serás una sultana, nunca.

Mahidevran empujó a Hürrem y la miró con desdén. "¿Qué te sucede?" Gritó hacia la mujer.

Furiosa, la concubina salió de aquellos aposentos y se fue devuelta a los suyos.














Furiosa, la concubina salió de aquellos aposentos y se fue devuelta a los suyos

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