Cuando la doctora se fue Mahidevran corrió a abrazar a sus criadas y le dio a cada una una joya especial.
Para Gülsag unos pendientes verde esmeralda. Y para Azra un collar con piedras rosas.
La sultana estaba tan feliz, tendría otro hijo. Que ansias.
Pidió la comida y empezó a arreglarse para ver al sultán. Antes de que llegue la comida salió de sus aposentos y fue seguida por sus criadas.
La muchacha se movía rápidamente para encontrar al sultán y contarle toda su dicha, pero algo repentino sucedió.
Cuando pidió que abrieran la puerta de la habitación del sultán, los guardias le dijeron que no está ahí. Él nunca sale antes de las 8:00 am.
Mahidevran soltó un suspiro y dio la vuelta para regresar a sus aposentos. Ahora solo le antojaba comer algo sólido.
Bajo las gradas que daban a los aposentos y continuó su camino, encontrándose con el sultán.
La cara de alegría de ambos cambió drasticamente. El sultán expresó seriedad, y un poco de susto, como si estuviera angustiado. Mahidevran, en cambió, mostró sorpresa, y, tristeza.
El hombre estaba a unos pasos de la habitación de su enemiga; Hürrem.
Mahidevran no sabía que hacer, porque simplemente no entendía porque su amado estaba al frente de la mujer que ella más repugna.
Ambos cruzaron miradas, una de dolor y otro de seriedad e inexpresiva.
—Su majestad.
El hombre la ignoro y siguió con su camino, dejando a todos desconcertados. La flor de primavera mordió la parte interna de su labio e intento no llorar.
Siguió caminando hasta llegar a sus aposentos, con lágrimas en los ojos entró y cerró la puerta.
Se sentó en la cama y secó sus lágrimas, pero estas seguían cayendo.
—Gülsag...
La mujer escucho atentamente, sabe que su amiga está triste y necesitará ayuda.
—Dale de comer al príncipe afuera. Y no dejes que nadie entre.
Con estas palabras Gülsag salió con Abdullah en brazos y dejó sola a la sultana.
La mujer se echo a la cama a llorar y decirse a sí misma que no tenía porque hacerlo.
Aquel hombre no merece sus lágrimas, ni una sola. Él no la merece, jamás lo hará.
Su hija se despertó y lloro con ella. Gülbahar fue por su bebé y sintió un poco de empatia. Se sentó en el suelo y admiro a su hija.
La niña dejó de llorar y solo vio a su madre de una manera inexplicable.
Mahidevran lloro un poco más con la niña en brazos y al final termino por levantarse.
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Valide Haseki Mahidevran Gülbahar Sultan
Fantasía-¿Qué hubiera pasado si Mahidevran se ganaba el amor de Süleyman? ¿Qué tal si se convertía en la mujer más poderosa de Estamul? Todo esto sucede gracias a Carol, una joven de 15 años, que está obsesionada con el Imperio Otomano, más específicamente...