Rebelion. parte 1

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Los día fueron largos y caóticos, Murad crea lágrimas en todas las mujeres

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Los día fueron largos y caóticos, Murad crea lágrimas en todas las mujeres.

Aquel pequeño e inocente príncipe no tiene fuerzas, ni esperanzas para salir adelante.

Su madre, Mahidevran, está destrozada por su terrible situación, y cuenta los días para la llegada del médico de cabecilla. Pues él sería el hombre que salve a su hijo, o eso se espera.

Tan triste, tan mal, pero hoy, hoy será un gran día, Mahidevran regresara a Palacio después de un par de semanas en Edirne. Volverá a ver a sus hijos y deisfrutara.

Subió al carruaje junto a los niños y a su fiel amiga, Gülsag. De esta forma emprendieron su viaje, dándole sueño a todos.

Así, pasaron horas y mientras la flor de primavera dormia, un estruendo la despertó.

Miró al frente y allí solo estaba Mehmed, y Kasim jugando, en su regazo está Ahmed y Abdullah está apretado. Pues es sostenido por una mujer, o más bien Gülsag, en ese pequeño carruaje tratan de entrar todos.

Mahidevran miró al lado derecho y vio a Mustafa con los ojos entrecerrados y la cabeza casi agachada, estiro un brazo y lo abrazo dejando un beso en su cabeza.

-Mami.

-¿Qué sucede, Ahmed?

-¿Dónde estamos?

-No lo sé, cariño. Debemos estár cerca.

Mantuvo silencio un rato más y terminó escuchando los estruendo a unos pasos cercanos a ellos.

Una multitud de gente parecía estár furiosa. Los golpes de espada, los gritos y el choque del metal entre sí. Fue extraño, además de preocupante.

Algo verdaderamente tenebroso. La castaña abrazo con fuerza a su pequeño hijo y lanzó un suspiro para cerrar los ojos, tratando de descansar. No cree que sea algo grave.

Pero aquello fue interrumpido porque el carruaje se detuvo repentinamente. Y allí encontró una contradicción a sus pensamientos.

Sus "hijastros" se miraron mutuamente y empezaron a susurrar tratando de no agitarse, pues los dos son muy curiosos, y querrían ver por la ventana. Pero no deben hacerlo.

La puerta se abrió, y la sultana Mahidevran salio con mucho cuidado, y un poco de temor al respecto. ¿Quién abrió la puerta?

Detrás de ellos venía otro carruaje con las pertenecias de los niños, y era aún más espacioso que el de ellos, pero menos cómodo y elegante.

-Su majestad, no podemos pasar. Es imposible hacerlo.

-¿Qué dices? ¿Por qué no?

Giro en dirección a la puerta del palacio y contemplo a un gran grupo de personas. Todas ellas parecían tener solo un objetivo, tirar la puerta abajo y entrar a la fuerza. Pero algunos solo querían ayudar.

La joven, asustada, recordó a sus hijos e hijas; Kösem, Mihrimah, Esmeray, Ruslam, Selim, Murad. Aquellos pequeños estarían a la merced de la bruja de Handan y aquella serpiente Rusa.

Sin más que hacer, entró molesta y expiró, volvió a salir y esta vez escucho lo que podían hacer.

Aquel hombre que abrió la puerta del carruaje le dio opciones, una de ellas era regresar de vuelta, o ir al palacio de Ibrahim paşha y la sultana Hatice.

Ninguna muy útil que digamos, pero era eso o morir en alguna otra cosa.

Debido a la falta de posibilidades, pidió que sacaran el equipaje del carruaje de atrás, entró y la llevaron un poco más atrás, a la entrada del palacio.

Pues la entrada posee varios árboles, y casi todo ellos son frondosos y altos. Por eso no serían vistos.

Allí, sacaron las cosas del carruaje trasero y ayudaron a la sultana y a los hijos del sultán a pasar al carruaje.

Este vehículo llamaba menos la atención, además posee más espacio. Y esto ayuda a todos.

Mahidevran sujetó la mano de Mehmed y Mustafa, Mehmed la mano de Kasim, Mustafa tomó la mano de Abdullah, él de Ahmed, y por último, Kasim de Gülsag.

Avanzaron en esa posición hasta el carruaje desalentador y gastado. Subieron con cuidado acomodándose en los duros asientos. Y con cuidado de no resbalar.

Ahmed y Kasim refunfuñando, se colocaron en el carruaje, pues los pequeños no están acostumbrados a esos inconvenientes. Más, su madre sí, no fue siempre una sultana.

Tras un corto, pero eterno trayecto, los otomanos llegaron sanos y salvos a la entrada del palacio.

Aún así, no estaban a salvo, pues detrás de ellos llegaba un montón de guerreros o jenizaros, preparados para tumbar a quién se les acerque o a lo que se le acerque.

Ni bien bajaron del carruaje fueron recibidos por Leo, el pintor y Nazu paşha, otro pintor más, pero menos talentoso.

Mahidevran y los pequeños hicieron lo mismo que antes, sujetaron sus manos y avanzaron al palacio, aunque alguien fue cargado.

Al entrar, Mustafa y Abdullah llamaron por su tía, la cual enseguida llegó, su cara estaba pálida y a su lado llegaba Gülfem Hatun.

Las muchachas sudaban y temblaban ligeramente, pues quería preocupación que sentían no es para menos.

Se abrazaron ligeramente y luego corrieron en dirección a una habitación, subieron las gradas encerrandose en la habitación.

Todos los pequeños venían preocupados, pero a pesar de esto, Mehmed y Kasim querían dormir un poco.

Las sultanas solo abrazaban a los niños y cantaban algo para que se calmaron o cualquier cosa.

Por otro lado, las mujeres del harem lloraban al no estár en un lugar seguro, y las Kadins sufrían por sus hijos.

Hafsa está destrozada, sus pensamientos están nublados y todo el harem está metido en el sótano.

Las niñas pequeñas son cuidadas por sus madres, o por sus "tías" por así decirlo.

Entre ellas se destaca una mujer, Melek Hatun, quien se desmayó en el peor momento.

Y eso ocasiono problemas, pero para las sultanas los problemas, o el problema, es aquella sultana. Handan, ella.

Algunas jovencitas lloran y otras no, pero debe ser normal ¿no?


















Algunas jovencitas lloran y otras no, pero debe ser normal ¿no?

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Holaaaa.

Sé que he estado inactiva y que el cap está muy corto pero es porque hay segunda parte.

Les quiero pedir una disculpa por mi ausencia, gracias por leer.

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