Daño.

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Mahidevran y Hafsa se miraron entre sí

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Mahidevran y Hafsa se miraron entre sí. La expresión de la doctora causó dolor en la sultana.

Mientras Azra ayudaba a la sultana a cambiarse, la doctora la observaba con las manos entrelazadas y un semblante extraño.

La madre sultana no pudo aguantar más y sacó una bolsa de monedas, se la dúo de inmediato y la miró un poco irritada.

—No hay de que preocuparse, la sultana Mahidevran mantiene su embarazo.

Sus palabras hicieron que la nombrada derramará lágrimas, sujetando vientre se echo a reír y abrazo a Azra.

Como buena esclava se levantó y besó la mano de su superior. La alegría también llegó a ella.

Azra, Mahidevran y Hafsa salieron de le enfermería y se dirigieron al harem. Las sultanas hablaban con tranquilidad y felicidad.

Al llegar al harem Mahidevran fue a buscar a su hijo, Abdullah. Quería que su bebé socialisara con las personas de su alrededor.

Llegó a sus aposentos y fue recibida por Gülsag, quien la abrazo preocupada. La joven pensó que algo malo le había ocurrido a su sultana. Pero no fue así.

Mahidevran le presentó a Azra a Gülsag, a pesar de que ellas ya se conocían y se llevaban de lo mejor.

Se dirigió al armario y eligió un hermoso vestido verde, agregándole anillo, collares y pendientes. Se veía hermosa, fue alagada por sus compatriotas y se acercó a la cuna de su hijo.

El pequeño acababa de despertar y empezó a reír al verla. Estiraba sus bracitos para que la mujer lo alzará y esta lo hizo.

Fue a cambiar lo de ropa, pues todavía llevaba puesto la pijama. Le puso una camisa verde, hecha con una tela suave y ligera y un pantalón café, haciendo juego con su vestido.

Salío de los aposentos y fue al harem, una vez dentro todas las muchachas corrieron a ver al príncipe.

El bebé reía ante el tacto de las concubinas y estas morían de ternura.

Mahidevran sentó a su hijo al lado de Kasim y observo como esos dos jugaban entre sí.
















Mahidevran sentó a su hijo al lado de Kasim y observo como esos dos jugaban entre sí

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