Las mujeres estaban enserradas con los niños en brazos, incluso Sadika carga a uno de ellos, en cualquier momento tendrán que correr de vuelta.
Afuera del palacio la revelion continuaba y los gritos se hacían presentes.
Se mantuvieron de pie mientras suspiraba y rezaban por su bienestar y el de los demás, hasta que fueron interrumpidas por Nazu y Leo.
Agetreados, los hombres entraron buscando a las jóvenes y a los pequeños.
Una vez los vieron, avisaron que tendría que salir y buscar un lugar seguro, o ir al sótano, pues es el lugar más cercano.
Empezaron a bajar las gradas y se metieron por un par de pasillos hasta llegar observar una pequeña puerta a lo lejano.
Corrieron más y por un pequeño descuido, la sultana Hatice cayo por las gradas, todas se quedaron paralizadas.
Enseguida se agacharse a la altura de la sultana y trataron de despertarla, pero sus intentos eran nulos, pues no había forma de despertarla.
Nazu le ordenó a Leo cargar a la sultana, y él lo hizo, con tristeza continuron bajando las gradas.
Pero por mala suerte, Leo fue herido y fue a parar en el suelo con la sultana en brazos y una herida gigante.
Aterrados por esto, cargaron a la mujer y continuaron caminando hasta abrir la puerta y encontrarse con un lugar estrecho, sucio y oscuro. Acomodaron a todos y colocaron un cojín para la sultana Hatice.
Mahidevran cerró los ojos y llamó a sus hijos, todos se acomodaron a su alrededor, pero eran tres, sin contar a Kasim y Mehmed.
La sultana se puso en medio, dos a un lado y dos al otro, pero faltaba uno. Pues ese faltante se acomodo al lado de su hermano mayor; Mustafa.
Trataron de consiliar el sueño, y los pequeños lo lograron, pero las mujeres presentes no.
Leo llegó junto a Nazu, pues el lo trajo en su espalda. Ante ello, Mahidevran se levantó con cuidado de no despertar a los pequeños y se acercó al pintor, lo miró extrañada y noto un papel en su ropa.
Suspiro y se levantó para ver a la sultana Hatice, la doctora estaba como loca, la joven necesitaba volver a sus aposentos.
—¿Qué sucede?
—Sufrirá un aborto, sultana. Deben llevarla a sus aposentos, sino no sobrevivirá.
—Oh, Alláh.
La sultana sujetó su cabeza y empezó a dar vueltas, no podría imaginar se la vida sin sus hijos, y no quiere hacerlo.
Desea que Hatice mantenga su embarazo, es algo que ella ama y a anhelado desde el nacimiento de Mustafa.
Hubiera sido perfecto que sus hijas estuvieran ahí, suspiro y sintió como alguien jalaba su vestido.
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Valide Haseki Mahidevran Gülbahar Sultan
Fantasy-¿Qué hubiera pasado si Mahidevran se ganaba el amor de Süleyman? ¿Qué tal si se convertía en la mujer más poderosa de Estamul? Todo esto sucede gracias a Carol, una joven de 15 años, que está obsesionada con el Imperio Otomano, más específicamente...