A unos nuevos aposentos

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Después de una larga noche con el sultán, Mahidevran regresaba a sus aposentos con una sonrisa en el rostro

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Después de una larga noche con el sultán, Mahidevran regresaba a sus aposentos con una sonrisa en el rostro. Los ojos iluminados y la piel radiante.

La ilusión de tener unos nuevos aposentos y ser retratada para el palacio de una sultana la complacía.

Sin mencionar aquel sutil poema de su amado Süleyman. Sus palabras quedaron impregnadas en la cabeza de Mahidevran, dando vueltas y vueltas.

Con esto regreso a la vida, dio vueltas mientras caminaba sujetando el collar que complementa su vestido.

Avanzo hasta llegar a sus actuales y pequeños aposentos, abrió la puerta, atrayendo a sus queridas hijas.

Mihrimah frotaba su ojo tratando de despertar, y Kösem la miraba con cierta extrañez.

—¿Dónde estabas, mami?

Sujetó la mano de las pequeñas y camino hacia su cama para subirlas con ella.

—Estaba con su padre. ¿Quieren aposentos más grandes, verdad?

—Sí.—Las pequeñas contestaron animadas. Su pasión es tener todo, hasta lo que no necesitan. Y eso siempre es consebido por su familia.

—Gülsag.

La muchacha hizo una reverencia.

—Tráeme a Mustafa, debe estár dormido.

—Sultana, el príncipe está cambiándose. ¿Quiere que traiga a los pequeños?

Mahidevran asintió.

Espero a que la mujer trajera a los niños, le dio a Ruslam y se sentó a mecerlo.

Pronto, Mustafa salió, Gülsag cargo a Ruslam y Mahidevran se levantó para hablar con su hijo.

—¿Te gustaría mudarte de aposentos?

—Claro.

—¿Qué piensas de los aposentos de tu tía?

—Me encantan, en especial la terraza.

—A mi igual.—Dijo Ahmed mientras trataba de no ser jalado por su hermana.

La joven sonrió, acarició el rostro de su hijo mayor y se preparo para salir con ellos a ver los nuevos aposentos.

Tomo a sus hijos de la mano y salió del lugar.

Camino hasta la entrada de los aposentos. Todos los eunucos trabajaban para pasar uno y otra caja o baúl de madera.

Llevaban telas, colchas y sábanas. Todo hermoso e impecable.

Aún así esto no duró mucho, pues ka entrómetida de Hürrem llegó a la escena, molestando a la sultana.

Giro los ojos soltando un suspiro, le dio una sonrisa y apretó ligeramente la mano de los pequeños que sostenía; Mihrimah y Abdullah.

Valide Haseki Mahidevran Gülbahar SultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora