Abril

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Como Harry lo había sugerido, cada domingo iban a pasear por el parque de la cinco, aquel en el que por fin había cumplido un sueño. Ahora ya no miraba a las parejas recostadas bajo los árboles, ya era parte de ellas. Estaba lleno de felicidad, eufórico, completo.
-¿Cómo lo sabías? - preguntó Madi intrigada, mirando hacia el cielo azul - Lo del violín, las flores, el traje... ¡Todo!
-Kate me lo dijo - respondió Harry que, recostado en un árbol, sostenía a Madi en su regazo - solo tenía que saber unos detalles claves y mi ingenio hizo el resto.
-Kate... por supuesto, ¿Se ofreció a ayudarte?
-Sí, no sabía cómo hacerte ir a esos árboles sin que lo vieras todo antes de tiempo, y tampoco podía llevarte yo.
-Pues acertaste en todo, hiciste las preguntas correctas o Kate te dijo exactamente lo que debías saber.
-Un poco de ambos - susurraba mientras le acariciaba el cabello y la miraba como si no existiera nada más - Me dijo que una vez soñaste que un príncipe vestido de azul venía a pedir tu mano.
-Mierda, no tenía que ser tan específica, además, solo tenía catorce.
-Está bien, me parece tierno - Madi sonrió - También me contó que de niña querías tocar el violín, pero tus padres no podían costearlo... Que tu flor favorita es la flor de loto y la segunda el girasol... Y tu color favorito es el amarillo.
-Y uniste todo eso para crear un momento más que mágico - cuando Madi lo miraba, parecía estar hipnotizada, con las pupilas tan dilatadas que cualquiera pensaría que estaba bajo el efecto de algún ácido.
-Sí, te dije que sería especial.
-Debiste haber gastado una fortuna tan solo en contratar al hombre del violín, y las flores no son baratas... Oh no, ¿Cómo conseguiste el dinero? No te habrás endeudado, ¿Cierto?
-No te preocupes, no le pedí nada a nadie, era un ahorro que tenía para... - lo pensó un poco - Bueno, para una ocasión como esa. No le des importancia, ¿Acaso no te gustó?
-Fue único, mi amor.
-Es lo menos que podía hacer. Cambiaste mi vida - Madi se estiró un poco para alcanzar los labios de Harry y besarlos.

Los días en la pizzería fueron cada vez más divertidos. Con la energía tan positiva que irradiaban, hasta los clientes se ponían de buen humor al ser atendidos con la gracia y entusiasmo de Harry y Madi. Una vez, Harry hizo un chiste muy malo sobre las personas que pedían la pizza con piña, no era simpático, sin embargo, Madi soltó carcajadas estruendosas, tanto que Jeremy también rió un poco, calificándolos como "par de tortolos".

El día veintisiete, Harry llevó una bocina pequeña a la casa de Madi. Frente a su puerta, le cantó "Exist for love" de AURORA. Madi se conmovió tanto, que dejó escapar unas lágrimas. Sus padres comprendieron pues, que su pequeñita estaba a salvo junto a Harry, que la amaba como ellos a ella, entonces cedieron y lo aceptaron de buena gana.

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