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Steve contempló el amanecer desde la ventanilla del avión

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Steve contempló el amanecer desde la ventanilla del avión. Los tonos rosados y dorados pintando el cielo parecían un presagio esperanzador de que las cosas al fin comenzaban a encarrilarse.

Partió de la base Vengadores con la promesa ferviente de Tony retumbándole en los oídos: “Resuelve las cosas allá, trabaja para cambiar esas absurdas amnistías y yo me encargaré de agilizar el proceso por este lado. En unas semanas volveremos a reunir al equipo, amor. Solo aguanta un poco más lejos de mí”.

Y aunque la sola idea de volver a alejarse cuando apenas habían recuperado la cercanía le estrujaba el pecho dolorosamente, Steve comprendía que era necesario. Debía regresar para coordinar los pasos legales que permitieran el regreso definitivo de los Vengadores exiliados a Estados Unidos. 

Así que soportaría la distancia con estoicismo si con ello finalmente lograban reparar las grietas en el equipo. Todo sea por reconstruir la familia disfuncional pero amada que los Acuerdos destrozaron sin piedad.

El recuerdo agridulce de su último amanecer al lado de Tony antes de partir aún le arrancaba una sonrisa melancólica: abrazados bajo las sábanas, susurrando planes, rozándose en dulce intimidad antes de enfrentar el dolor de la separación.

—Extrañaré despertar a tu lado, la forma en que roncas bajito cuando sueñas y robas todas las mantas. Pero es sólo un tiempo breve, mi amor —murmuró Tony rodeando su cuello, impregnándose del aroma alfa directamente de la fuente—. Sólo prométeme que te cuidarás mucho allá y evitarás que esos idiotas te metan en problemas mientras yo resuelvo el papeleo de los Acuerdos, ¿sí?

Steve había reído conmovido, apresándolo contra su pecho mientras anudaba sus dedos juntos, grabándose la sensación para los futuros días de soledad.

—Lo prometo, mi vida. Volveré a ti en cuanto todo esté solucionado legalmente, ni un minuto más lejos. Mientras tanto tú también cuídate mucho, ¿de acuerdo? Y no vaciles en llamarme si algo anda mal o simplemente me extrañas.

Tony puso los ojos en blanco pero su sonrisa lo delataba.

—No vamos a ponernos melosos, Rogers. Esto no es una despedida trágica, solo un “hasta pronto” antes de tener el placer de patearte el trasero en los entrenamientos cuando los chicos y tú puedan volver. Así que nada de caras largas, nos mantendremos en contacto mientras coordinamos los detalles para su regreso.

Steve fingió una mueca herida ante su aparente desapego, aunque por dentro le fascinaba esa entereza resuelta tan característica de Tony. Su ingeniero brillante ya estaba mentalizado en solucionar el problema legal lo antes posible y él debía poner manos a la obra también para que ambos esfuerzos conjugados dieran frutos rápido.  

Así que por ahora se conformaba con grabar a fuego cada detalle glorioso de Tony recién salido de la ducha, con jeans gastados colgando tentadoramente de sus caderas y su camiseta favorita de Black Sabbath robada directo de su armario. Cada rasgo amado, desde el lunar coqueto sobre la ceja hasta esos ojos whiskey que lograban eclipsarlo todo con su intensidad. Todo para mitigar la soledad de las próximas semanas separados.

Cuando los heroes se quiebran; StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora