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Tony bajó la mirada hacia sus manos aún entrelazadas

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Tony bajó la mirada hacia sus manos aún entrelazadas. Podía sentir el temblor casi imperceptible en los dedos de Steve mientras esperaba su respuesta.

-Sí, una parte de mí murió ese día en Siberia, Steve -musitó finalmente, su voz teñida de una amargura corrosiva-. Cuando vi el odio en tus ojos, cuando los golpes comenzaron a llover sin piedad, cuando casi acabas con mi vida enceguecido por la ira...

Hizo una pausa, pasándose la lengua por los labios resecos antes de susurrar:

-Y lo peor no fue el dolor físico, sino la certeza visceral de que me habías traicionado. De que después de todos nuestros sueños y promesas juntos, después de todo lo que creí que sentías por mí... elegiste protegerlo a él sobre nuestro vínculo.

Calló abruptamente cuando la emoción le cerró la garganta. A su lado, Steve había empalidecido mortalmente ante la crudeza de sus palabras. Tony casi podía escuchar los engranajes de su mente torturándose con imagines sombrías.

Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras su mano inconscientemente se posaba sobre la marca de unión ya casi descolorida en su cuello.

-Esta marca era un voto sagrado entre nosotros. Significaba que éramos uno solo, que nada ni nadie podría separarnos jamás. Y sin embargo tú la pisoteaste, igual que pisoteaste mi confianza y mi amor en esa maldita bodega en medio de la nada.

Tony estaba temblando ahora, la rabia y la pena arremolinándose dentro con fuerza arrolladora.

-Te odie tanto en ese momento, Steve. Quise matarte por hacerme sentir así, por destrozar lo único bueno y puro que tuve en la vida. Porque además de la traición, fue darme cuenta que sin ti estaba completamente solo. Que la única persona en quien había depositado mi amor incondicional acababa de hacerme añicos junto con mi corazón.

Steve tenía lágrimas silenciosas recorriendo su rostro. Extendió una mano temblorosa hacia Tony pero éste la rechazó bruscamente, demasiado abrumado aún.

-No tienes idea del infierno que viví después de eso. Me dejaste moribundo en ese maldito bunker de mierda. Tardé semanas en poder moverme sin ayuda. La marca en mi cuello casi se borró por completo, como si nuestro lazo se hubiera roto. ¡Se desvaneció igual que lo hiciste tú de mi vida!

-Dios... Tony, yo... -balbuceó el soldado con voz rota, rehuyendo su mirada avergonzado-. No tengo palabras para expresar cuánto lamento haberte hecho daño esa vez. Fue el peor error de mi vida. Si tan solo pudiera retroceder el tiempo y evitarte ese sufrimiento...

Tony soltó una risa amarga, negando para sí.

-Pero no puedes, Steve. Por mucho que lo desees, jamás podrás cambiar el pasado. Tus acciones dejaron cicatrices imborrables, marcas que llevaré conmigo el resto de la vida -espetó con mayor dureza de la pretendida-. Eras mi alfa, Steve, MI compañero. Se suponía que darías tu vida por protegerme antes que hacerme daño tú mismo. Y sin embargo tus puños se ensañaron conmigo, rompiéndome los huesos, lastimándome casi hasta matarme...

Cuando los heroes se quiebran; StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora