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Tony permaneció recostado en silencio, con el pequeño Harley acurrucado plácidamente contra su costado

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Tony permaneció recostado en silencio, con el pequeño Harley acurrucado plácidamente contra su costado. Observaba el subir y bajar acompasado de su pecho bajo la tenue luz azulada que se filtraba por la ventana, proveniente de la luna llena en lo alto.

Acariciaba distraídamente los rizos dorados que parecían resplandecer cada vez que los finos dedos pasaban entre ellos, mientras su mente divagaba lejos de allí.

Pensó en todas las noches, mucho tiempo atrás, cuando un pequeño muy diferente se escabullía asustado hasta su cama en busca de consuelo tras alguna pesadilla. Recordó la primera vez que sintió ese reconfortante peso trepando torpemente sobre el colchón y hundiendo la carita llorosa en su cuello...

-Papi, soñé con monstruos feos que me querían llevar...

La voz infantil de Peter pareció hacer eco desde las paredes en penumbras. Tony sacudió ligeramente la cabeza, espantando el doloroso recuerdo. No podía permitirse hundirse en la melancolía justo ahora, no con su pequeño aún dependiendo completamente de su fortaleza.

Sus dedos se trasladaron casi con voluntad propia desde los rizos de oro hasta acariciar la suave mejilla sonrojada de Harley, comprobando que su respiración continuaba serena y profunda. Satisfecho de que el niño siguiera dormido, Tony exhaló con alivio. Al menos los horrores nocturnos habían decidido darles tregua por esa noche.

Permitió que sus párpados se cerraran por unos instantes, agotado hasta los huesos pero renuente a regresar a su fría cama para otro par de horas de insomnio atormentado por vivencias del pasado. Sabía por experiencia que era preferible el entumecimiento muscular al amanecer a cambio de unas pocas horas de genuino sosiego junto a la única parte de su familia que le restaba.

Se preguntó, no por primera vez desde que el mundo se sumiera en la devastación, si acaso los más allá existían realmente. Y de ser así, si algún día le sería dado cruzar ese velo citoplásmico para reunirse con sus amados Steve y Peter.

Quería creer que la muerte no podía ser el final definitivo, no cuando había amado tan infinitamente como para trascender cualquier barrera física. Se aferraba tercamente a la idea de almas gemelas destinadas a reencontrarse más allá de esta frustrante existencia humana.

¿Estarían ellos pensando también en Tony y el pequeño Harley antes de dormir? ¿Velarían desde algún plano astral sus sueños y cuidarían sus pasos incluso estando tan dolorosamente lejos?

Un suave suspiro somnoliento lo sacó bruscamente de su ensoñación. Bajó la mirada justo a tiempo para encontrar un par de ojos color zafiro, nublados aún por el sueño, observándolo con curiosidad. Harley pestañeó un par de veces antes de esbozar una adormilada sonrisa sin dientes.

-Papi...-murmuró en un bostezo, girando el rostro hacia el hueco del cuello de Tony para aspirar su aroma reconfortante, tan característico del lazo filial entre ellos.

Cuando los heroes se quiebran; StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora