Capitulo 2: La chica del cristal

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POV de Annie:

Oscuridad, silencio, algún recuerdo que se atravesaba por mi memoria, y la sensación de estar dormida pero al mismo tiempo despierta, un punto medio el cual me hacía enloquecer. Lo único que me ponía los pies sobre la tierra eran las voces a mi alrededor, de la gente que se encontraba fuera de ese cristal, de quienes me hablaban, ya sea para despreciarme e insultarme o para contarme cosas lindas o interesantes. Estos últimos eran bastante pocos pero afortunadamente eran a quienes más escuchaba por mayor cantidad de tiempo.

Hitch era la que se encargaba de cuidar de mí la mayor parte del tiempo, ella hablaba principalmente sobre ella, con Hitch éramos compañeras de habitación, sin llegar a entablar una amistad muy estrecha debido a las circunstancias era posiblemente la persona mas cercana que tenía cuando me infiltre en la policía militar, ella a veces se enojaba y me insultaba, me preguntaba porque hice lo que hice, el porque los había ''traicionado'', creo que cualquiera en su posición se preguntaría lo mismo.

¿Por qué lo había hecho? ¿disfrutaba haciendo esto? ¿Me gustaba el sentimiento de traicionar a esta gente? ¿de verlos masacrados? era algo difícil de responder. A mi me criaron como una máquina de matar, desde pequeña fui preparada y entrenada para cometer asesinatos y genocidios, a la mayor cantidad de gente enemiga que masacraran, más me iban a aceptar en Marley.

Nunca caí en su propaganda, después de todo a mi me da igual Marley, Eldia también así como la mayoría de eldianos. Yo lo único que quería era cumplir la misión y regresar con mi padre como se lo prometí. A veces estando aquí impotente sin poder hacer nada pensaba en rendirme completamente, mil veces pensé en morir, salir de este estado de miseria que terminaria con mi muerte cuando la maldición de ser la titan hembra finalizara, pero también sentía que este castigo era justificado. En Marley nos enseñan que las vidas de los enemigos no importan, que son solo subhumanos a los que tenemos que exterminar, y mas aún si se trata de los habitantes de esta isla, la isla de los demonios, aquellos que siguieron al Rey Fritz.

Nos dijeron que aquí vivian demonios y si los matabamos y recuperabamos la coordenada, cumpliriamos con nuestra misión, seriamos marleyanos de honor y nuestras familias tendrían una mejor vida. Incluso yo tontamente en un principio llegué a creer que aquí viven demonios y cuando estaba en Liberio me mentalice en que iba a matar a todo el que me cruzara en cuanto pusiera un pie en esta isla. Pero estar aquí es distinto, conocí gente normal, gente como la que vivía en Liberio, como la que vivía en la zona de concentración donde me crié, gente buena, tonta y también gente mala, pero no había demonios, si había demonios eran como los que habían en todas partes.

Siempre trate de olvidar todo lo que pase, toda la gente que asesine, eso que me reprochaba Hitch cada tanto gritándome en este cristal donde nada podía hacer. Lo que yo había hecho no se podía cambiar, aun así hay miradas que me siguen observando incluso en este oscuro cristal que me encuentro, de todos los cadetes con quienes crecí todos estos años y esos mismos que de forma directa o indirecta murieron por mi mano. Lo mismo los civiles inocentes que murieron debido a nosotros, si este es el karma por todo eso, es entendible que yo esté sufriendo así.

De todas maneras había voces que me hacían darme cuenta que esto no era una pena y aunque yo no pudiera responder, esa gente me hablaba. Hitch solía contarme sobre los chismes que ocurrian en los regimientos y sobre los hombres, quejarse de ellos, sobre quién le interesaba sobre quien no, a veces alguna palabra e incluso llanto sobre Marlo, otra de las pocas personas de la policía militar que se podría decir que me caían bien, pero que había muerto. También me fui enterando de todo lo que iba pasando, pero quien hablaba de esto, por lo general era el, ese chico el cual siempre vi de forma especial aunque no sabria decir desde cuando. No soy como Hitch, no tengo encanto femenino, no tengo la confidencia de Pieck tampoco, por lo cual me es difícil describir lo que es tener sentimientos románticos por alguien, pero creo que con él, comenzó todo. Con Armin Arlert.

Tú, del otro lado del mar (Aruani)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora