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Dalia sollozó por ultima vez antes de correr lo más lejos que podia de la horrible escena frente a ella. Su tia, quien practicamente la crió, le alimentó y cuido de ella desde que aprendio sus primeras palabras...
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Ese mismo dia, pero por la tarde, Dalia y Daryl se adentraron al bosque, con el proposito de comenzar una pequeña clase de caza que terminaria convirtiéndose en otra cosa. El mayor tenia la idea de conocerse más con la pequeña, mientras que ella solo queria encajar más en la pequeña familia que estaban formando ambos Dixon y ella.
—Aqui, ¿Ves esto? Indico el ballestero deteniendose frente a un monton de hojas. Dalia puso atención notando una zona distinta a las demás.
—Esa parte esta como- ¿plana? Miró buscando la aprobacion del más alto, obteniendola al observar una sonrisa orgullosa de este.
Daryl asintio, rascando su nariz y mirando a su alrededor. —Si, algun animal esta por aqui. Si te fijas, la zona no es tan grande, por lo que puede ser desde una liebre hasta una ardilla.
Siguieron caminando mientras intentaban seguir el rastro. Daryl no esperaba cazar nada, solo queria estar a solas con la menor para poder charlas tranquilos, sin temer el ser escuchados por cualquier persona.
—¿Por qué no mejor jugamos algo? Dixon eligió ese momento para comenzar a hablar, mirando intrigado hacia la niña, la cual volteo a verlo emocionada.
—¡Si! ¿Quieres jugar a las preguntas? Eso solo alivio aun más al mayor, quien no sabia como comenzar a preguntar sin incomodar a la pequeña.
—Bien, pero tu comienzas.
Dalia sonrio y entrecerro los ojos, pensando en alguna pregunta de su interes. —¿Cual es tu comida favorita? Optó por preguntar primero.
El mayor penso un momento. No era de las personas que comian de todo, pero la mayoria de las comidas le gustaban. —Yo creo...los ravioles.
—¿Ravioles?
—¿Nunca los has probado? Volteo a verla haciendose el ofendido, obteniendo una risita de parte de Dalia. —Juró que los probaras alguna vez, aunque sea lo ultimo que haga.
—Trato hecho. ¡Mi comida favorita son los spaghetti! Con salsa de tomate. Decia mientras sobaba su estomago, imaginando un gran plato con la comida recien nombrada.
—¿Es eso cierto? Podrias pedirle a Merle que te cocine alguna vez, hace unos spaghetti estupendos. La mirada ilusionada le llegó, para luego ver como la niña daba pequeños saltitos mientras asentía. —Quieta niña, te vas a caer. Ordenó suavemente, consiguiendo que Dalia vuelva a caminar a su lado.
—Te toca preguntar.
—mmh- ¿Cual es tu edad? No tardo en preguntar, viendo como Dalia lo miraba con cara extrañada.
