Dejar ir

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Siento como si en una simple tarde todo se hubiera esfumado.

  El libro que me regalon a mis quince años perdió el blanco de sus hojas, estupefacta acaricie su lomo como si presenciara una tragedia. Amarillas y crujientes delatan sus años, con una simple carta en su índice que revela la presencia fantasmal de una vieja amiga que me lo había regalado, personalmente cual cargo con más historia que la novela en mis manos.
  Algo crece con pesadez en mi cuerpo y tiendo a suspirar más seguido. Sube por mi estomago hasta irritablememte mi cuello, ahorcandome disimuladamente como un fantasma. Grite inesperadamente y con demasiada fuerza como un desgarro dentro de mis vísceras, yo misma me asuste de como repentinamente mi cuerpo no aguanto el estrés, pero todas mis extremidades últimamente me duelen, al igual que pequeñas agujas, me introducen una delirante tortura.

  El cajón de las reliquias, el escondite de mi pasado. Creo haber escrito sobre él o quizás lo he hablado con mi propia mente, pero al fin y al cabo oculto en mi antiguo hogar. Regalos y papeles que recuerdan quién fui y quién alguna vez quise ser.
  Ha muerto un vienes a la noche, casi a vísperas de año nuevo, desaparecido entre los días que me he ausentado. Llegué muy tarde o, puede ser, en el momento indicado. Cai a mis rodillas y las lágrimas hicieron acto de presencia, de sollozos a grandes llantos que me cortaban el aire y todo tipo de racionalidad. Ahí estaban los sentimientos sacando lo peor de mi o aniquilando lo último bueno que me quedaba. Grite con furia y destroce todo a mi paso, la puerta golpeo fuertemente al irme, di apresadurados y pesados pasos para abandonar la casa. Escuche música y camine un largo tiempo, vi los pastizales verdes y las flores brillantes por el verano, caballos lejos en el horizonte pintados bajo la luz del atardecer tardío en llegar para ser las ocho de la noche.

  Con el tiempo me calme, no tenía otro remedio, ya lo había perdido todo.
  Recordé por qué me dolió tanto, tenían nombre y edad, y una risa inolvidable. Las personas que ame y ya no puedo tener, todo aquello que representó los pocos momentos de felicidad, cuando todo era penumbras y oscuridad. Perder las hojas y fotos significó que ya no tengo nada que me ligue al pasado, apenas unos años atrás, cuando creía tenerlo todo.  
  Decidí volver casa, lentamente pasé por sus viejos hogares, los lugares donde solíamos sentarnos e ir caminando a la escuela. Es duro decir adiós y olvidar pero probablemente sea lo mejor.

  No debería doler tanto, no estoy sola y tuve un increíble año. Sólo no puedo procesar ya no ser una adolescente con pocas cosas que preocuparme más que escaparme por las noches y fumar con mis amigos a escondidas de nuestros padres.
  Trate de buscarlos por las calles, ¿me reconocerían? ¿Serían capaz de saludarme?
  Algo quiere que pase la página, para mi es cerrar todo el libro y empezar nuevamente. Todo cambia intensamente pero voy a estar bien, lejos entre los campos y los cantos de los pájaros, en la dulce noche de diciembre.

Meet Me At The ForestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora