Van a hacer cincuenta días sin ti. Cincuenta días que he soñado tu retorno y cincuenta noches que he llorado al ver que mi mayor deseo nunca se cumplía.
Rehiciste tu vida y yo no he logrado empezar a hacerlo. He intentado cosas que solo servían como un parche en mi cabeza y que como una pastilla al final si efecto solo duraba apenas unas horas ya que a la noche volvíamos a la triste realidad.
Fue culpa tuya o fue culpa mía, tal vez los dos o tal vez ninguno tuvimos culpa.
Porque es verte a lo lejos y sentir que mi cuerpo pierde vida y tambaleo y nervios y tartamudez de ver tu presencia.
No sé si merezco sentirme así, solo quería una explicación y verte una última vez.
Porque he de sentir que solo deseo cerrar los ojos y no volver a abrirlos. Que tal vez el mayor culpable sea yo, que intenté todo y a la vez no salió nada, que tuve la mala suerte de ser el tipo que le dejaron y que no pudo tener su final feliz. Un hombre que hizo todo lo que el soñaba que le hicieran, era atento, fiel, detallista, cariñoso y estaba en las malas y en las buenas. Una persona sincera y preocupada porque buscaba lo mejor en ti, que veía en mis ojos a una persona maravillosa y que para el esa persona era la mejor del universo, porque era mi vida, era mi sueño, la mujer de mi vida,
la futura madre de mis hijos y una acompañante de vida que deseaba tanto que al final las estrellas fueron simplemente fugaces porque no quisieron cumplir mi deseo.
Aún lloro por ti y no hay día en que no te recuerde. La esperanza se fue perdiendo y aunque queda un mínimo de que vuelvas, todos saben que no lo harás. Porque si hoy vi tu coche de nuevo y tal vez en ese lugar estabas con una persona que devolvió tus ilusiones, una nueva persona que te hizo reír de nuevo y que te hizo sentir especial, alguien que tal vez lo miras con la misma forma que solías verme a mi, un afortunado que puede oler la fragancia que corre por tu cuerpo y puede presenciar unos minutos tu presencia, un afortunado que le habra hecho sentir complacida y ya no soy el último que tal vez haya besado esos labios. Ya ese pelo ya no lo tocan mis dedos si no los de otro hombre que tal vez sea el afortunado de estar con mi más preciado tesoro. Un tesoro del cual jamás podré recuperar.
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Desde que te fuiste
Romancela soledad y la melancolía de ver cómo mi vida se acabó. Viendo cómo eres feliz sin mi