Capítulo tres ^ instagram post

1.4K 143 479
                                    

03
𓍢ִ˚ ༘ ೀ⋆。⋆˚
Valeria

—"Querida tú: Sé que la impaciencia recorre tus venas, así que es muy probable que abras este regalo antes de tu cumpleaños. Aún así, quiero desearte un muy feliz cumpleaños y una feliz vida. Espero que en estas hojas logres plasmar todo lo que nazca de tu ser de la manera más maravillosa posible; tal como lo has hecho desde que te conozco."—tracé mi dedo índice por su nombre y lo musité:—"Martín."

—Dios santo...—el Emilio me miró sorprendido, mientras guardaba en mi mochila el regalo que me había dado ayer el Martín.—Definitivamente te metiste con el hermano equivocado.

—Emilio,—lo miré con los ojos entrecerrados.—no hablí hueás.

—Es verdad.—bufó y se encogió de hombros.—¿Cómo es que elegiste a un saco de hueas sin neuronas por sobre el bajista, inteligente, tranquilo, detallista, que daría su vida por la tuya...?

—Mentiroso.

—¿Cómo sabí que estaba mintiendo?—me preguntó incrédulo.—Te dijo que le gustabai y tú decidiste tomarte la atribución de no creerle solo porque erí terrible miedosa.

—No me tomé ninguna atribución, Emilio.—me crucé de brazos, ofendida.—El Martín solo me dijo eso porque no quería que dejáramos de ser amigos.

—¿Y por qué decidiste dejar de ser su amiga en primer lugar?

—¡Valeria!—escuché un grito y me giré rápido a mirar a la Nicole, que venía corriendo en nuestra dirección con unos globos en sus manos y una torta.—¡Ah! ¡Feliz cumpleaños!

Sonreí y abracé a mi mejor amiga, que me dio un beso marcado en la mejilla:

—No era necesario, Nico.

—¿Cómo que no? Una cumple años una vez al año nomás.—puso la torta al frente mío y el Emilio prendió las velitas.—Pide tres deseos.

Cerré mis ojos para recordar bien los deseos que tengo presentes desde hace ya varios meses. Pero, antes de soplar las velas, escuché la voz de quién seguramente se iba a encargar de cagarme el cumpleaños:

—Deseo que mi amiguito Emilio deje de ser tan maricón, que mi amiguita Nicole no ande de pico en pico y que mi mamita tenga por fin un trabajo decente.—me giré a mirar al Ignacio, el cual sopló las velas y me miró con desagrado.—¿Por qué no llevan su fiesta culia a otro lado? A nadie le interesa tu cagá de cumpleaños.

—A tu vieja seguramente le importa.—respondí de mala gana.—¿Por qué no vai a preguntarle? Y de pasada te quedai en tu casa pa' siempre.

—¿Por qué no te vai, Ignacio?—le dijo el Emilio de mala gana, mientras se cruzaba de brazos.—Te deben andar buscando tus perritos.

—¿Qué me vení a dirigir la palabra tú, asqueroso culiao?

—Lávate la boca antes de hablarle así.—le di un leve empujón y el Emilio se interpuso rápido entre nosotros.

—No volvai a tocarme en tu miserable vida.—dijo el Ignacio entre dientes, mientras daba un paso hacia atrás.—Porque te juro que hago más asquerosa tu vida...—me apuntó y luego dirigió su índice hacia mis dos mejores amigos.—Y a ustedes dos.

Querido tú: ¿Creí en el arte del engaño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora