Capítulo once

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11 entonces
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Valeria

¿Acaso estamos entrando en nuestra Karma era?

—Díganlo otra vez.—le ordené de mala gana a las cabras que tenía al frente, porque seguramente todo esto se creó por lo de la cita con el Martín.

Ahora me siento culpable.

—¿O qué?—preguntó la famosa María Jesús, la misma que nos fue a interrumpir el otro día al Martín y a mí.—¿Nos vai a pegar? Nosotras no te tenemos miedo, Valeria.

—¿Cómo le vai a tener miedo a este ser adorable?—intervino la Nicole divertida, mientras caminaba donde estábamos y agarraba a la Inés para abrazarla por los hombros, porque se notaba que la situación la estaba poniendo nerviosa.—Aunque, quizás deberían, porque una vez mandó a tres hueones al hospital... El mismo día.

Mentirosa culiá, con cuea puedo matar una mosca y, si no lo logro, me frustro y lloro.

—Repite lo que dijiste.—dije nuevamente, mientras centraba mi mirada únicamente en la María Jesús, porque esto ya se volvió algo personal.—¿Por qué hicieron llorar a la Inés?

—Porque no era nuestra amiga nomás.—respondió como si nada, restándole importancia.—Y parece que necesitaba que se lo recordáramos.

—¿Estai haciendo esto por el Martín?—la miré incrédula, porque en mi cabeza no había otra explicación.

—Sí.—sonrió de mala gana.—Me hice amiga de la Inés porque sabía que iba a tener al Martín cerca, pero ahora que él está contigo, ella no me sirve más.

—Ustedes se pierden una amiga terrible bacán entonces.—dijo de mala gana la Nico, mientras las fulminaba con la mirada.—Debería darles vergüenza ser así de miserables.

Con su futura cuñada nadie se mete.

—¿Vergüenza?—se rió la hueona que ya me tenía la paciencia en cero.—Vergüenza debería darte a vo', que todo el colegio te tilda de maraca y, por algo es.

Con mi Nico nadie se mete.

—Cuidao'.—la apunté con el índice y la miré desafiante.—Cuida que de esa boquita no salga nada que te lleve directo a ganarte unos charchazos en el hocico.

Ella se rió nuevamente de mala gana y habló:—Vergüenza debería darte a ti por andar con alguien tan bacán como el Martín, siendo una fracasada de mierda.

Golpe bajo. Repito: golpe bajo.

No sé qué hueá hiciste o cómo lo amenazaste pa' que estuviera contigo...—me miró con desprecio.—Pero créeme que de aquí a la China se nota la vergüenza que tiene de andar contigo.

Se escucharon pasos detrás y me giré lento a mirar en esa dirección. El Martín venía caminando hacia nosotras con las manos en los bolsillos de su pantalón y, por su expresión, supuse que había escuchado la discusión.

—Te estaba buscando.—dijo en cuanto llegó al lado mío, para después tomar mi mano y entrelazar nuestros dedos. Seguido de eso, desvió su mirada a la María Jesús y preguntó:—¿Qué le hicieron a la Inés?

Querido tú: ¿Creí en el arte del engaño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora