Lentamente Julia lo hizo caminar hasta su habitación, cuando se detuvieron junto a la cama, los besos se hicieron más lentos, él bajó hasta su cuello, luego la giró y la abrazó por detrás, allí pudo sentir lo grande que era Eduardo, la tenía abrazada, le besaba el cuello, la oreja, le susurraba.
Eduardo: Yo te quiero para mi Julia. - ella sonrió y se dio la vuelta.
Julia: Y yo a ti Eduardo.
Eduardo sonrió y comenzó a besar a Julia en la boca, deseaba a esa mujer, ella daba espacio para que sus lenguas se batieran en un duelo de lujuria y pasión. Él comenzó a quitarse la ropa y ella la suya. Cada prenda era intercambiada por un beso, Eduardo acariciaba el cuerpo de Julia con ternura, cuando llegó a sus pechos, escuchó un delicioso gemido de su boca, besó uno y luego el otro, besando a lo largo de su vientre.
Julia se mordía los labios y se agarraba con fuerza al pelo de Eduardo, cuando llegó a lo último de su ropa interior, besó su Y, la unión entre sus muslos y sus partes íntimas, Julia temblaba del placer que le estaba dando.
Eduardo le quitó las bragas, eran suaves, no pudo resistirse a morderlas y luego besarlas. La hizo apoyarse en él y le puso la pierna en el hombro, besando hacia abajo hasta llegar a su punto de placer, chupando con fuerza, Julia sintió como le fallaba la pierna de tanto placer, él la sujetó por la cintura y siguió deleitándose en su intimidad, que gemía, excitándolo aún más.
Eduardo: Dios mío, Julia, es pequeña, debe estar deliciosamente apretada. Sí, gime, gime, gime.
Julia: Eduardo, ahhhhhh, voy a caer, hummmm delicia, más, más. - la hizo ver estrellas de placer.
Sentía como su cuerpo temblaba con las chupadas, mordiscos y lametones, cuando la sintió temblar más intensamente puso su lengua en la entrada, deslizándose dentro y fuera con gran placer, Julia jadeaba, su respiración era agitada, Eduardo la hizo tumbarse en la cama, poniéndose de rodillas fuera de la cama, y siguió chupando con fuerza a Julia, cuando puso su pulgar en su punto de placer, Julia explotó en una corrida alucinante, agarrando la sábana y mordiéndose el labio, Eduardo sonreía y lamía su intimidad con fruición.
Eduardo: Julia, estas deliciosa. - se levantó, ella aún intentaba recuperar el aliento, jadeaba y sonreía.
Julia: Eres un hombre que sabe llevar a una mujer a las estrellas. - se rió a carcajadas y se quitó el bóxer, estaba enorme, erecto, duro como una roca, se tocó el miembro mirándola y sonrió, como pidiéndole permiso para hacerle el amor. - Eduardo ¿Te vas a proteger?
Eduardo: ¿Tienes un condón aquí? No tengo ninguno. - sonrió, abrió el cajón y le entregó un paquete. - Ah, esas fundas que me tienen atrapada.
Julia: Pero yo no tomo anticonceptivos. Sólo si tú no... ya me entiendes. - dijo ella, poniéndose aún más roja.
Eduardo: Vale, no voy a correrme dentro de ti. - ella se acomodó mejor en la cama y abrió las piernas para él, que sonrió y masajeó más su miembro.
Eduardo colocó la punta en su entrada, buscando la lubricación para hacerla suya, entró lentamente en ella, que gimió con fuerza y arqueó la espalda.
Eduardo: Julia, además de deliciosa, eres una pura diosa, eres perfecta y apretadita, me vuelves loco, mujer, eres perfecta. - ella rió y le miró a los ojos para que viera su reacción.
Julia: Eres tan pequeño porque solo he tenido dos hombres, y querido eres el segundo.
Eduardo: Y espero ser el último. - Sin más, empezó a moverse, despacio y suave al principio, pero cuando Julia puso su pierna en la cadera de él, se movió rápido y fuerte, profundo, dentro y fuera con maestría, Julia gemía, agarraba el pelo de Eduardo, mordía sus hombros, sus labios, y cuando podía, mordisqueaba su cuello.
Eduardo sintió su cuerpo perfecto, el aroma de su perfume, agarró uno de sus pechos, con locura, mordiendo el pezón haciendo que se pusiera rígido, lamió y chupó como si de él fuera a salir el elixir de la vida, cuando sintió que su cuerpo le respondía, y ella a él, la corrida llegó de un potente empujón al que ambos no tuvieron tiempo de reaccionar ni de pensar, Julia gritó de tanto placer, corriéndose con Eduardo, y él dejó toda su corrida dentro de ella, rugiendo y convulsionándose de placer. Cuando cayó exhausto encima de ella, sintió el peso de el sobre ella, le abrazó y le besó con fuerza, un beso lleno de cariño, y cuando él hizo ademán de irse, ella tiró de él y le dio la vuelta para que quedara encima de el.
Eduardo: ¿Vas a tomar las riendas ahora, españolla?
Julia: Una auténtica pura sangre, una legítima amazona andaluza. - ella rió y empezó a revolcarse, Eduardo sintió como su miembro reaccionaba de nuevo ante ella. - Ahhhhhhhh, crece dentro de mí Eduardo, quiero sentirte por todas partes. Mi maestro caliente, delicioso y grande. Me encanta - le rodeó la cintura con los dedos, ayudándola a moverse arriba y abajo, luego adelante y atrás, estos movimientos intercalados hacían contacto entre los dos.
Eduardo: eso es mi amazona, mi Anda Lucía, perfecta, deliciosa, ahhh Julia, estás aún más pequeña en esta posición, deliciosa.
Justo cuando Eduardo estaba a punto de correrse, Julia intensificó sus movimientos y juntos alcanzaron el clímax perfecto. Ella se desplomó exhausta sobre el pecho de él. Durante unos minutos sus respiraciones se calmaron, él le acarició la espalda y ella su pecho.
Julia: Todo esto es una locura, Eduardo, voy a ser tu ayudante.
Eduardo: Sí, una locura deliciosa, y no sólo serás mi ayudante, serás mi mujer. - ella levantó la cabeza para mirarlo, él sonrió y la besó, el beso fue ardiente, intenso, su noche fue amor, pasión, sexo hasta el día siguiente, cuando no aguantaron más y se fueron a dormir después de una maratón sexual que no habían tenido en mucho tiempo.
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Recuerdos de un amor eterno - en español 🆗🔚⭐️
RomanceRecuerdos de un amor eterno traducción Vamos por otra traducción, vamos juntos en esta historia reviviendo emociones con esta traducción.