En la Torre Eiffel de noche

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Cap Especial Parte I

Júlia y Eduardo subieron al tren rumbo a París a las 3 de la tarde, ella lo abrazó y se sintió tan feliz, no lo podía creer. Su cara brillaba de amor, la estaba haciendo feliz, cuando llegó la pregunta que la había mantenido callada todo el viaje.

Eduardo: Julia, mi amor, ¿me puedes hablar de tu familia? Sé que tu mamá vive cerca, ¿cuándo la voy a conocer? - ella respiró hondo y sintió que su cuerpo se tensaba. Ese tema sería difícil de explicar.

Júlia: Vamos a pensar en nuestro fin de semana Edu, luego hablaremos de mi familia, vale.

Eduardo: OK. Luiza está deseando conocerte.

Júlia: Yo también, ¡espero que sea simpática como su padre!

Eduardo: Soy simpático, Julia, ¿lo soy? - la mira serio y Julia no sabe qué hacer, así que se da la vuelta y empieza a hacerle cosquillas. - ¿Ahora estoy bien, Júlia? - ella se revuelve por todo el sillón intentando parar a Eduardo.

Júlia: Amor, para, amor por favor, eres maravilloso y te quiero. - ella estaba casi indefensa. - Amor. - jadeaba.

Eduardo: Vale, paro, pero quiero besos de verdad por llamarme "majo".

En el camarote, dejó de hacerle cosquillas y la hizo sentarse en su regazo con las piernas abiertas, le tiró de la nuca y la besó lentamente, luego el beso se hizo intenso, le abrió la blusa y le acarició los pechos con ansia.

Hicieron el amor durante el viaje de Londres a París, el tren llegó a su destino, Eduardo despertó a Julia, que se quedó dormida unos instantes.

Eduardo: Amor, ya llegamos, ven, vamos a casa de Luiza.

Julia: Pensé que nos quedaríamos en un hotel, Eduardo.

Eduardo: Lo haremos, pero primero vamos a casa de mi hija.

Los dos tomaron un taxi hasta el edificio donde vivía Luiza, pero cruzaron la calle y se registraron en el hotel frente al edificio de su hija.

Luiza llegó a casa, había dejado todo listo para merendar con su padre y su novia, había salido de la universidad una clase antes, para que todo saliera bien, por la noche cenarían en la Torre Eiffel, era uno de los restaurantes más codiciados, pero Eduardo tenía sus contactos y siempre cenaba en la torre cuando estaba en París. Le encantaba el postre, y el vino espumoso era ideal según él.

Eduardo había hablado con su hija sobre Júlia, contándole cómo se había sentido desde que la conoció y que estaban juntos. Luiza se emocionó con la felicidad de su padre, hacía mucho tiempo que no lo veía feliz, sólo cuando estaba con Nayane, pero aun así de alguna manera no lo completaba como lo hacía Júlia.

En Londres.

Antônio estaba en el aparcamiento de la rectoría esperando a Nayane cuando ella bajó las escaleras luciendo despampanante con un vestido negro y tacones del mismo color, le encantaba que llevara vestido porque podía volverla loca de placer.

Antonio: ¡Amor, estas deliciosa! - ella sonrió y le guiñó un ojo, se acercó, le susurró algo y le entregó algo. - ¿En serio?

Nayane: Totalmente en serio. Sin nada debajo, porque la única prenda que llevaba está en tus manos. - no se lo pensó mucho, la metió en el coche de espaldas a él, la cogió de las manos y la hizo apoyarse en el coche, le levantó el vestido y con los pies la hizo abrir las piernas, bajó la cremallera y su miembro salió disparado y sin más preámbulos la penetró allí mismo. - Ahhhhhhh Tom, amor, te deseo.

Antônio: Y yo te deseo a ti, mi deliciosa morena.

Los dos se amaron rápidamente allí mismo, sabía que nadie los vería ni los interrumpiría, pues era un estacionamiento exclusivo de la rectoría.

En otro lugar de Londres, Pedro estaba lleno de sí mismo, estaba furioso, sentía que su amor se convertiría en odio hacia Julia, si no la tenía entre sus brazos ningún hombre lo haría, ese sería su plan, matar y morir, mataría a su amada y luego se suicidaría.

Su obsesión era cada vez peor, sus pensamientos se atormentaban al saber que otro hombre le hacía el amor, la tocaba y le daba placer, un hombre que no era él.

Durante horas bebió varios tragos de scott puro, cada trago tomado de un tirón, hasta que alguien llamó a un taxi, le dio su dirección y le obligó a marcharse.

De vuelta a París.

Luiza recibió muy bien a Julia, le encantaron los regalos que recibió de su padre y de Julia, lienzos, pinceles y una caja de lápices de colores especiales. A la hora de la merienda, Luiza charlaba mucho con Júlia, las dos se llevaban muy bien. Eso alegró a Eduardo, que las mujeres de su vida se llevaran bien.

Los tres charlaron durante horas, después Eduardo y Júlia volvieron al hotel, dejando a Luiza preparando las cosas para la cena de la noche siguiente, pues esa noche cenarían en la torre.Júlia: Cariño, ¿me veo bien? - preguntó con un precioso vestido rojo de encaje, estaba guapísima.

Júlia: Cariño, ¿me veo bien? - preguntó con un precioso vestido rojo de encaje, estaba guapísima

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Eduardo: Vaya, estás increíble, ¿todo esto es mío?

Júlia: Tuyo y para ti.

Eduardo: ¿Y debajo?

Le enseña unas braguitas negras de encaje.

Eduardo: Así que voy a hacerte el amor ahora y durante y después.

Julia: Quiero hacerte el amor en la torre.

Eduardo: ¿Es una orden?

Julia: Una petición. - la abraza y la besa con intenso deseo.


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Recuerdos de un amor eterno - en español 🆗🔚⭐️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora