La boda de Nayane y Antonio

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Cuando Eduardo se estaba acercando a los policías que hablaban con Pedro, cruzó la calle corriendo y vio a Julia dentro del coche y gritó.

Pedro: ¡¡¡Te querré siempre Júlia!!! En ese momento Júlia grita desde dentro del coche, los policías corren para intentar evitar que el accidente vaya a peor, Eduardo corre hacia Júlia, ella estaba saliendo del coche, pero ya es demasiado tarde....

Uno de los policías, que estaba hablando con Pedro, vio que su cuerpo estaba entre el autobús y la farola, el conductor no tuvo tiempo de dar un volantazo, y pronto los rescatadores, los bomberos y la policía estaban en el lugar.

Eduardo estaba con Julia en brazos, ella lloraba, no quería que todo hubiera acabado como acabó, la obsesión de Pedro le había llevado a la muerte de una forma que había sido muy dolorosa para ellos. Después de que la policía cerrara el caso, Julia se sintió culpable, debería haberle dado una oportunidad a Peter, pero ella no lo amaba, ni sentía por él nada más que el afecto de una amiga. El mes pasó rápido después del entierro de Pedro, su hermana se quedó como directora del colegio, nunca culpó a Júlia y Eduardo de lo que había pasado, porque conocía bien a su hermano.

***

Era un bonito día de sol, iba a ser uno de esos sábados en Londres, un día de verano como pocos, Júlia se estaba poniendo el vestido, estaba un poco incómoda, ya se le notaba la barriga y el vestido le apretaba.

Júlia: Mamá, mira, ya no me cabe, me ha crecido la barriga en 15 días. - Dijo socarronamente.

Helena: Hija mía, es normal. A partir de ahora será así: un día seré pequeña, al día siguiente no seré nada. - volvió a ajustarse el vestido y sonrió. - Ya está, una madrina preciosa.

Eduardo: Bueno, ¿supongo que mis niñas están listas? - dijo entrando en la habitación.

Helena: Sí, lo estamos, y démonos prisa, porque si conoce a mi hija querrá cambiarse pronto. - Eduardo se acercó a ella y la besó.

Eduardo: Este vestido te queda precioso, mi amor, y quiero quitártelo luego. Ahora vámonos. - Cuando llegaron a la iglesia, o mejor dicho, al jardín de la iglesia, Júlia estaba encantada.

La boda se celebraría en el jardín de la Abadía de Westminster, todo era precioso, al igual que la novia, agitada y feliz, Nayane recibía piropos de todos mientras bajaba las escaleras del jardín, su vestido era de color perla, con un adorno en la cintura para que sus curvas parecieran más elegantes y acentuadas, sus brazos estaban libres, sus hombros sólo el encaje los cubría de forma delicada. Un escote clásico por delante y por detrás. Cuando bajó, Eduardo la esperaba con un precioso traje negro de raya diplomática y una clásica corbata inglesa Windsor, le besó la erección y les deseó toda la felicidad.

Un escote clásico por delante y por detrás, cuando ella bajó las escaleras, Eduardo la estaba esperando con un precioso traje negro de raya diplomática y una corbata clásica inglesa de nudo Windsor, le besó la erección y les deseó toda la felicida...

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Un escote clásico por delante y por detrás, cuando ella bajó las escaleras, Eduardo la estaba esperando con un precioso traje negro de raya diplomática y una corbata clásica inglesa de nudo Windsor, le besó la erección y les deseó toda la felicidad con amor.

Sonó la música, no era una marcha nupcial, era la música que Antonio había elegido, era la música que significaba su amor mutuo. La tocaban dos miembros de la orquesta de Londres que estaban de fondo, y cuando empezaron a caminar no hubo nadie que no se emocionara, todo era precioso, como el amor de Nay y Tom.

La ceremonia fue perfecta, todo era brillante, el sol era cálido e irradiaba amor, la brisa era como si Dios tocara con su amor a todos los allí presentes. El Monseñor llevó a cabo la celebración, además de ser profesor en la universidad, era amigo de la pareja, y destacó este momento.

***

Nayane se quitó el vestido de novia y se puso un vestido negro de fiesta, algo que volvió loco de lujuria a Antônio.

Nayane se quitó el vestido de novia y se puso un vestido negro de fiesta, algo que volvió loco de lujuria a Antônio

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La fiesta estaba animada, con música, bebidas, comida y una pista de baile abarrotada. Eran casi las diez de la noche cuando, tras pasar mesa tras mesa, Nayane se dio cuenta de que Júlia y Gibbs se marchaban, y se acercó a ellos.

Nayane: Hola, ¿ya os vais, pero la fiesta acaba de empezar?

Júlia: El bebé está inquieto. - Nayane miró a Eduardo, pero la verdadera razón por la que se iban era que Gibbs no estaba bien, había ido dos veces al baño porque le sangraba la nariz. Y como Nay aún no sabía que Casiopea había regresado, pues no se lo habían dicho, Julia sólo dijo que estaba incómoda.

Nayane: El príncipe ya está dando espectáculo desde temprano, está bien, y gracias, querida, por todo, por todo.

Antônio: ¿Se van? - preguntó acercándose a ellos. 

Gibbs dijo que sí y Tom notó que no estaba bien, y no dijo nada más. Se despidieron y las parejas se fueron a casa y la otra a la pista de baile.


***

Después de la fiesta la pareja se dirigió al hotel, la suite nupcial que les habían regalado sus padrinos Gibbs y Julia antes del viaje estaba siendo aprovechada. Champán, fresas, bombones, una cena ligera para los novios, todo era precioso.

Antônio: Te amo Nay, hoy me has hecho el hombre más feliz del mundo.

Nayane: Te amo Tom, y soy la mujer más feliz del mundo.

Antônio rodea con sus brazos a Nay, que lo abraza con fuerza, sus lenguas se tocan por espacio, librando una guerra de quién saborea más al otro. Él la levanta y la sienta en la mesa sin dejar de besarla, ella le acaricia el pecho, le revuelve el pelo, cuando se da cuenta de que se está mojando por él, intenta cerrar las piernas como una forma de provocarlo, de quererlo más caliente y cachondo, pero él la sujeta entre los dos.

Nayane estaba rendida, se estaba dejando querer así por él, por el hombre al que amaba y amaría el resto de su vida. Ella comienza a desabrocharle lentamente la camisa para sentir su piel. Él siente sus manos recorrer su pecho y gime, sintiendo que su miembro ya palpita por ella.

Besa a Nay con fuerza, empieza a bajarle la cremallera del vestido y le recorre el cuello con besos húmedos hasta llegar a sus pechos, que mostraban signos de plena excitación. No pudo resistirse a hundir la cara entre ellos e inhalar profundamente, oliendo su aroma, el aroma de la mujer que siempre había amado. Besó, lamió y mordió los pechos de Nay con tanta pasión y amor, ella bajó la mano y lo tocó, sintió su miembro duro dentro del pantalón, él rugió porque le dolía, estaba tan excitado que le dolía por ella, le bajó las bragas y la penetró con los dedos, Nayane jadeaba de placer, de deseo, su cuerpo le suplicaba, y por amor se entregaron el uno al otro como marido y mujer.


Recuerdos de un amor eterno - en español 🆗🔚⭐️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora