El mes pasó rápido, Júlia estaba recogiendo sus cosas para mudarse con Gibbs, Helena llevaba una semana con ella, y al día siguiente ellas y Gibbs iban a su primera cita para ver al bebé y saber cómo estaban las dos.
Julia: Mamá, ¿estás segura de que estarás bien aquí sola?
Helena: No estaré sola. Mi amor, ahora que vas a ser mamá, verás como cambia tu forma de pensar y de actuar.
Eduardo: Cariño, ya he metido las maletas en el coche, ¿tengo que coger algo más? - dijo entrando en el piso.
Julia: No mi amor, creo que ya tengo lo que quería, ¿cenamos aquí o en otro lugar?
Helena y Gibbs: ¿Qué queréis cenar? - Todos rieron, desde hacía unas semanas Julia solo comía lo que se le antojaba.
Júlia: Vaya, no puedo evitarlo. Pero me gustaría comer pastel de gambas con queso, pero sólo hay un sitio en Londres, en el barrio de la Colina, y no quiero cruzar la ciudad. - dijo con la boca llena de agua, Gibbs la notó salivar de deseo y tomó la palabra.
Eduardo: Podemos mandar a buscarlo, ¿qué te parece? Así nos vamos a casa, nos relajamos y esperamos? ¿Viene Helena con nosotros?
Julia: Me gusta, mamá, ¿vienes?
Helena: No, hoy no, mis amores, quiero ordenar las cosas que traje de casa y empezar a acostumbrarme a este piso. ¿A qué hora nos vemos mañana?
Eduardo: Te recogeremos a las 8 de la mañana, tu cita será a primera hora, Julia da clase por la tarde y yo tengo una reunión en la universidad.
Helena: Bueno, tranquila. - besa a su hija y luego abraza a Eduardo. - Cuídate, te quiero.
Los dos salen y suben al coche, lo que no sabían es que había un coche parado, observándolo todo. Condujeron hasta la casa de Eduardo, pero cuando estaban en la cuadra cercana a la casa, el semáforo se cerró y Eduardo se detuvo. Júlia se sintió incómoda, miró a Eduardo que sonrió, le cogió la mano y se la besó, y fue entonces cuando sintieron un impacto en la parte trasera del coche.
Pedro iba en la parte trasera del coche y aceleró todo lo que pudo para meter el coche de Eduardo en la calzada. Eduardo tenía experiencia y sabía cómo salir de allí. Puso la marcha atrás e hizo derrapar a los dos coches, luego giró el volante para que el coche de detrás cruzara la calzada. Júlia estaba desesperada, gritaba el nombre de Eduardo, y cuando el coche les adelantó en el semáforo en rojo, se acercó un coche de policía, ya que habían sido avisados por el sistema de vigilancia de la ciudad.
Eduardo: Amor, cálmate, ya todo está bien, nena mírame, Júlia, estamos bien.
Júlia: ¡Fue Pedro Eduardo, lo vi, está loco, fue él!
Eduardo: Cálmate Júlia, por favor, cálmate, mira al bebé, sí. - Poco a poco se fue calmando, aclararon las cosas allí mismo, luego se fueron a casa.
Al día siguiente tendría que ir a la comisaría a poner una denuncia. Cuando llegaron a casa, Júlia fue directa al baño y sacó todo lo que había comido y algo más. Se metió en la bañera y Eduardo la ayudó, metiéndose con ella, y se quedaron allí abrazados, tras lo cual Eduardo se lavó y lavó a Júlia.
Eduardo: Mañana cuando salgamos de la clínica, iremos a la comisaría y de ahí iremos a la escuela, ¡no te quiero cerca de ese loco! - dijo, corto y contundente.
Júlia: Edu, estamos a mitad de semestre, no puedo abandonar a los niños, estoy haciendo mi trabajo de doctorado con ellos, ¿recuerdas?
Eduardo: Júlia, me da igual, es mi mujer, está embarazada de mi hijo, y no quiero que corras peligro. Y eso me basta para tomar algunas medidas necesarias para protegerte. No quiero oír a Julia negarse. La decisión está tomada.
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Recuerdos de un amor eterno - en español 🆗🔚⭐️
RomanceRecuerdos de un amor eterno traducción Vamos por otra traducción, vamos juntos en esta historia reviviendo emociones con esta traducción.