Y así fue toda la noche, Júlia le ponía hielo en los labios a Eduardo después de un ataque de vómito, había veces en que la crisis era tan intensa que hasta se desmayaba, y ella, aun con su gran barriga, se quedaba con él toda la noche, ahí a su lado. Eran casi las cinco de la mañana cuando Luiza entró en el dormitorio y llamó a Júlia, que respondió desde el baño.
Júlia: Estamos aquí, Lu. - ella sostenía la cabeza de Eduardo con una toalla húmeda en la frente, él acababa de tener otra crisis.
Luiza: Hola, ¿cómo estás? - pudo ver que tanto Júlia como su padre habían tenido una noche de esas. - Júlia, vete a dormir, yo me quedo con él. Vamos, papá, métete también en la cama.
Eduardo: Vamos, hija, pero antes quiero ducharme. - Eduardo: Habló como un suspiro, sus formas ya habían abandonado aquel hermoso cuerpo.
Júlia: Vamos mi amor, vamos a bañarnos y recostarnos un rato, la medicina se la puedes dar hoy Luiza, el doctor dijo que las náuseas pueden cesar al segundo día. - Luiza ayudó a Júlia a levantarse y luego las dos levantaron a aquel hermoso hombre, a pesar de estar débil y necesitar cuidados, no perdía su encanto.
***
La primera quincena transcurrió así: Júlia se quedaba por las noches, Helena y Luiza por el día, Luiza tenía que volver a París por una semana, tenía que hacer el último examen del semestre y, por supuesto, con la ayuda de Antônio y Nayane, terminaría el semestre allá en Londres.
Júlia entraba en el séptimo mes de embarazo, su movilidad se había vuelto menor, la barriga no ayudaba, Eduardo tenía pocos días estables, y cuando los tenía, se esmeraba en mimar a sus hijas, Helena incluso pasaba algunos días en su casa, Luiza intentaba encontrar algo que hacer en Londres, cuando Júlia mencionó la vacante en la escuela, necesitaban un profesor de arte para el primer año de primaria.
Al otro lado del océano, Cristina desarrollaba su proyecto para tratar el cáncer en niños cuando aún estaban en el vientre de sus madres. Había hecho progresos increíbles -es raro, pero ocurre 1 de cada 1000-. Además, su romance con el apuesto doctor iba viento en popa. Estaba planeando un viaje corto a casa, a Londres, y por supuesto no iría sola, Torres y su hija América irían juntas, la pequeña quería a Cris desde la primera vez que se vieron en el viaje que hizo con su novio.
Nayane, que había empezado a tomar algunas clases de Gibbs, planeaba aumentar la familia, pero para un futuro no muy lejano, Antônio, le encantaba la idea, pero sus dos gatos eran los bebés de la casa, y ocupaban casi toda la atención, sobre todo el temperamental gato de Nayane, que siempre que quería atención de ella, se subía a los muebles y tiraba algo, Sansón es de los que, o me das atención o te llamo la atención.
Siempre que podía, Antônio iba a casa de Gibbs, lo mantenía informado de todo lo que ocurría en el observatorio, en las clases y de cómo les iba a los estudiantes de doctorado. Ayudaba a Gibbs a finalizar los artículos que pronto se publicarían, dándole tranquilidad, como si no quisiera dejar nada sin terminar por si ocurría algo.
El tratamiento transcurrió sin problemas durante el mes, los médicos dijeron que si Gibbs seguía con la medicación pronto le darían el alta de la quimioterapia. Una de las dos manchas de Casiopea que le quedaban se disipó con el tratamiento, pero la más grande que le causaba dolores de cabeza a Gibbs cada vez le afectaba más.
Cuando Júlia iba a sus citas, Gibbs la seguía por videollamadas, para no correr el riesgo de contaminación, pues durante el tratamiento lo primero que baja es la inmunidad, y claro, cuando Gibbs tenía que someterse a la quimioterapia, Júlia sólo los veía por videollamadas, y así fue hasta que Júlia cumplió nueve meses, el día tan esperado estaba programado, sería en la luna en Leo, el 20 de julio, y nacería Gabriel Gregory Gibbs, o 3G como bromeaban Helena y Luiza.
ESTÁS LEYENDO
Recuerdos de un amor eterno - en español 🆗🔚⭐️
RomanceRecuerdos de un amor eterno traducción Vamos por otra traducción, vamos juntos en esta historia reviviendo emociones con esta traducción.