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James caminaba por las calles junto a Sirius mientras Frank y Beck iban por otro lado.
-¿Has hablado con Remus?-cuestionó el de lentes.
Los últimos días estuvo inmerso en sus pensamientos y sentimientos confusos que no contestó sus cartas, ni las de sus padres, ni si quiera las de Lily.
-Nada fuera de lo normal, dice que consiguió trabajó en una librería y que le gusta, bueno es obvio pasará leyendo todo el día-comentó Sirius.
-Es bueno que le hayan dado trabajo, a veces me siento mal por que no pudimos conseguirle uno en el ministro, solo por sus tontos prejuicios-dijo aun con resentimiento hacia las personas que lo rechazaron al enterarse de su condición.
Sirius asintió de acuerdo y molesto.
Caminaron unas cuadras más hasta que vieron hacía un callejón como una mujer salía y recogía unas bolsas de suelo, pero detrás de él salía un hombre vestido de algo que ellos conocían bien.
-Hay que avisar a Moody-dijo James pero antes de que se dieran vuelta vio de nuevo a la mujer siendo sacudida por el hombre, pero cuando la vio mejor su corazón se paró por un segundo, era Abir.
Sin importarle el que pasara corrió hacia ellos y la separó de él mientras tomaba su varita y lo atacaba.
-¿Tú otra vez?-le preguntó el, pero de forma burlona.
-Lárgate de aquí, déjala en paz y juro no hacerte daño-dijo molesto.
El hombre de la cual había salvado cuando se conocieron, el hombre que la acosaba y decía amarla... era un mago y no solo eso, era un maldito Mortifago.
-¡Sirius, llévatela!-le grito a su mejor amigo.
El volteo a la mujer detrás de él, quien no solo se veía asustada, si no que tomaba a James del brazo como si su vida dependiera de ello.
-No pienso perder ante ti, ella será mía-dijo Dennis mientras atacaba a James.
Sirius corrió directo a la mujer y la tomó del brazo jalándola.
-Vamonos-la jalo mientras veía a los lados y agradecía que en ese lugar parecían dormir muy temprano.
-¡James!-volteo ante el grito de ella, James se tocaba el hombro derecho mientras sangraba, lo habían lastimado pero él respondió con un Confundus dejándolo desorientado y hechizando a diestra y siniestra, odiaba no poder hacer nada más contra ese mortifago, pero eran órdenes.
James corrió directo a ella y la abrazó.
-Merlin, pensé que te había pasado algo-dijo mientras aspiraba el olor de su cabello.
-Estás herido-tocó su hombro con cuidado.
Sirius solo pudo ver la interacción y estaba confundido, ¿por que actuaban como si estuvieran saliendo?, decidió dejarlo de lado y murmuró un accio, en segundos las bolsas de la chica que parecía llamarse Abir llegaron a sus manos.
-Es hora de irnos Cornamenta-dijo al ver que al mortifago ya se le estaba pasando lo desorientado.
-Lo siento por esto-Abir escuchó la disculpa de James y confundida lo miro, pero de un momento a otro sintió su estómago revolverse y su cabeza comenzó a dar vueltas. Cerró los ojos y suspiró varias veces.
-¿Estas bien?-no dijo nada, simplemente intentó regular su respiración y calmarse un poco por las náuseas que tenía.
Cuándo logró controlarse se separó de él y lo observo junto a su amigo, el amigo de James era de piel pálida, cabello extremadamente negro y unos ojos grises. Regresó su vista a su compañero y lamió sus labios.
-¿Que fue lo que pasó ahí?-cuestiono.
James no sabía qué decir, el quiso salvarla de aquel mortifago, qué olvidó por completo que sacó su varita y lo atacó frente a ella, una muggle.
Miró a Sirius, lo vio asentir y el suspiro.
-Vamos a un lugar más privado-le dijo, lo hacía porque no quería que alguna persona vaya a espiarlos, pero lo hacía más porque no quería ver a Sirius burlarse de su nerviosismo ante la presencia de aquella chica.
Abir, ella observo a su alrededor mientras seguía a James, una casa en donde vivían aproximadamente cuatro personas, era muy linda y acogedora, vio a James caminar y supo que estaba nervioso ya que cada segundo revolvía su cabello con desesperación, en su mente aún se reproducir a la escena de James y Dennis atacándose con unas varitas, se imaginaba lo que podrían ser, Magos.
Ella estaba consciente de qué tal vez si existieran, ella era una ninfa, ¿por que no deberían de existir los magos?.
Entraron a una habitación y ella observó la ventana, tenía vista hacia el mar y recordó aquel día cuando vio a un hombre en medio de la habitación para luego desaparecer, ese día su corazón supo que era su compañero y ahora ella estaba sentado en la cama de esa habitación viendo a ese compañero dar vueltas con desesperación.
Se levantó tranquilamente y se acercó a él.
James quedó estático en medio de la habitación al ver que ella se acercaba, sus nervios no lo dejaban pensar, ¿le tendría miedo, asco?. Estaba inseguro y tenía miedo, no quería que ella se alejara porque él era un mago, sin embargo todas esas inseguridades desaparecieron cuando ella se acercó y tomó su cara con suavidad y lo miro con esos lindos ojos azules que lo hicieron temblar en su lugar.
-Té agradezco profundamente que me hayas ayudado, otra vez, y sé que tienes miedo por qué lo puedo ver en tus ojos...pero quiero que sepas que sin importar qué es lo que seas a mis ojos siempre serás James-espetó ella.
James no pudo evitar que sus ojos se cristalizaran, hasta ese momento la mujer frente a él era la única que veía al verdadero James sin si quiera conocerlo de manera adecuada, si lo admitía, era egocéntrico, fue una persona horrible en el colegio, pero muy en el fondo lo único que quería era ser aceptado, en el colegio no sería relevante para nadie solamente por su inteligencia y él lo sabía por eso decidió ser bromista y no justificaba todo el mal que hizo, pero agradecía que todo eso haya pasado porque gracias a eso conoció sus mejores amigos. Odiaba recordar todo lo que hizo, pero al final cambió y a todas las personas que lastimó les pidió perdón.
Ella, la mujer frente a él parecía quererlo sin importar qué es lo que él fuera o qué es lo que haya hecho.
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