I. Escapa

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El sonido de un florero rompiéndose, alerta a Saram del posible autor del delito

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El sonido de un florero rompiéndose, alerta a Saram del posible autor del delito. Camina hacia la sala y observa a Bokshil lamiéndose la pata sobre la mesa esquinera, lejos de la escena del crimen.

—¿Culpable o inocente? —lo mira mal y el gato maúlla.

—Fuiste tú, estoy más que segura —se va de nuevo a la cocina, coge una escoba y un recogedor. Al regresar mira al felino y niega con la cabeza, Bokshil estira su pata y empieza a lamerla de arriba hacia abajo.

—¡Taehyung! Tu gato rompió mi tercer florero en esta semana—alza su voz con indignación, pero ya nada podía hacer, el felino le daba la gran lección de que lo material no era indispensable y que se podía reemplazar.

—¿¡Qué!? —grita desde su cuarto—. Cuando hace travesuras es mi gato, pero cuando se porta como un ángel, es tuyo ¿No?

—Bueno, es el ejemplo que tú le das, ¿Qué es lo que esperas? —recoge los pedazos del florero y los coloca en una bolsa. Voltea su rostro y observa el retrato de su hija fallecida junto a su esposo y un pequeño Taehyung de cinco años sosteniendo una bola de nieve.

—¡Yo no rompo nada! —grita el omega a todo pulmón mientras baja las escaleras y sus ojos violeta relucen ante la mirada sorprendida de Saram quien lo golpea con el palo de escoba en su cabellera rizada color castaño.

—¡La semana pasada me rompiste el jarrón jugando con una pelota dentro de la casa! —acusa mientras eleva una de sus cejas y pellizca el brazo de su nieto al escuchar su risa burlona.

—No me acuerdo de nada —desvía su mirada y Saram suspira, deja la escoba a un lado y desordena los rizos del omega, agarra sus dos mejillas y deja un dulce beso en su frente

—El desayuno está listo —murmura resignada y observa que el felino se acerca a su nieto y pide que lo cargue con sus patitas.

—Me arreglo y bajo en un minuto —camina hacia Saram y le da un corto beso en su mejilla—. Gracias. Te amo mucho —le da la espalda y sube a su dormitorio.

La omega siente su corazón a estallar con cada palabra de amor que le transmitía su Tae, como cada acción de ese pequeño llegaba a convertirse en un torbellino para su corta vida y con la sonrisa a más no poder, camina hacia donde estaba su foto favorita y la acaricia lentamente con la yema de su pulgar.

—Suzy —pronuncia en voz alta el nombre de su hija—. Nunca había sentido tanto miedo como tú en aquel día que descubriste todo. Presiento que la daga se acerca cada vez más, pero tengo puesta mi fe en él, en ese alfa...

 Presiento que la daga se acerca cada vez más, pero tengo puesta mi fe en él, en ese alfa

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Omega Pandillero | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora