XXI. Destellos

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Hoseok queda helado con sus palabras, porque era lo mismo que se preguntaba ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué momento se dejó influenciar por Seokjin? Realmente no lo sabía, de su boca no emitía ni un solo sonido

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Hoseok queda helado con sus palabras, porque era lo mismo que se preguntaba ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué momento se dejó influenciar por Seokjin? Realmente no lo sabía, de su boca no emitía ni un solo sonido. Sus ojos azules lo analizan con una sonrisa turbia que le provoca un ligero temblor, la temperatura de su cuerpo baja y la voz de su novia lo continúa atemorizando.

—Na-nada... Te hablo después —al colgar la llamada, patea el pecho del alfa para alejarlo y agarra las sábanas con fuerza. Tenía el corazón agitado, a punto de desbordarse por lo inquieto que se encontraba. Seokjin lo hacía sentir de esa manera, era tan extraño, que hasta las preguntas en su mente empezaban a darle miedo ¿Qué era esa clase de sentimiento?

—¡No me vuelvas a tocar! —expresa Hoseok con la voz quebrada y sus ojos llenos de lágrimas. El ambiente había cambiado por completo, el temor de cada palabra era el reflejo de un pasado que no lo soltaba. La sensación que transmitían sus recuerdos, le hacían sentir náuseas.

—Que hipócrita eres —responde con soberbia Seokjin, el beta quería golpearlo, estaba tan inestable, que lo único que quería, es que Taehyung estuviera ahí, solo deseaba recostar su rostro de medio lado y escuchar el sonido de su corazón para sentirse aliviado.

—No te creas el salvador, no eres muy diferente a los que me drogaron —desvía su mirada para retener sus lágrimas, pero el nudo en su garganta se hace más pesado de mantener, el pecho le duele y sus manos no dejan de temblar, el sentimiento tan asqueroso que estaba sintiendo en ese momento lo estaba volviendo loco.

—¿Qué? ¿Los hubieras preferido a ellos? —pregunta el alfa levantándose y el beta de reojo observa como da dos pasos hacia adelante, sin embargo, ni siquiera voltea a su dirección, no quería verlo, no quería su presencia atormentándolo, al contrario, prefería que desapareciera, era incómodo estar con él después de lo que sucedió.

—Es que ese no es el punto... Yo no quería esto —agacha su mirada y no es capaz de contenerse, las pequeñas gotas se deslizan por sus mejillas y terminan sobre las sábanas. —Me dices que soy un hipócrita, y es ridículo. Es repugnante sentir placer de esta forma, ¿¡Que mierda tienes en la cabeza para pensar que esto está bien!? Comprendo que necesitaba las feromonas de un alfa para controlar las de la droga, pero... ¡No es muy diferente a una violación! Así que cállate

El beta tapa su boca con la mano y cierra los ojos cuando el alfa sale de la habitación y lo deja solo. En la penumbra de sus vertiginosos pensamientos, se recuesta y empieza a respirar profundamente para calmar lo que su mente quería para liberarse, observa su brazo vendado y el rostro de su amigo rogándole de rodillas que se mantuviera con el corazón latiendo a su lado, le dolía.

Sostener a alguien que no quiere vivir, es lo mismo que intentar apagar un fuego que está consumido en llamas.

Los segundos transcurren y cuando la puerta se abre, el pánico lo recorre al saber que de nuevo estaría con Seokjin, pero se percata en la figura de un hombre con una expresión afligida, su bata blanca junto con una pequeña maleta lo ponen ansioso. Se acerca lentamente y le regala un pañuelo, no se dio cuenta de que sus lágrimas aún seguían fluyendo como dos ríos en plena tormenta.

Omega Pandillero | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora