CAPÍTULO OCHO - LA FERIA

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WILLIAM GUEST

A pesar de que me lo desaconsejaron, he viajado durante la noche porque quería estar en casa de mis padres antes de que saliese el sol. Nada más llegar, fui recibido por Gibraltar. Adoro a mi perro desde que me lo regalaron cuando me quedé prendado de su padre, un perro negro, de tamaño medio, con un hocico estrecho y delgado, una cola larga y fina y unas flacas, aunque potentes piernas. El perro era enjuto, con pelo corto y suave, y me sorprendió al ver cómo chapoteaba con su pata blanca el agua para atraer a los peces, a pesar de que nadie lo había enseñado.

Gibraltar es igual que su padre físicamente y también es muy inteligente. Los perros en Inglaterra no son tan vivaces. Además, le encanta nadar y tiene una notable resistencia, tanto en el agua como en tierra firme.

—No hagas tanto ruido, Bicho —le susurro a mi perro para que no despierte a toda la casa.

—Sabía que ibas a llegar a esta hora —me dice en voz baja James, dándome un susto de muerte.

—Amigo, no puedes aparecerte así, de la nada —le riño sin alzar la voz.

—La señora Byron está en la cocina, por lo que toda precaución para no despertarla es inútil.

—¿Tan temprano? Pues acompáñame a mi habitación —le pido con voz de ruego.

Los dos nos dirigimos a mis aposentos sin hacer ruido. James es conocedor de mi situación actual con la señora Byron, por lo que en cuanto llegamos y me pongo mi ropa para dormir, se apiada de mí y me va a buscar algo para desayunar sin tener que salir yo del cuarto.

—Me alegro de que todo se haya solucionado tan rápidamente —me dice James, después de que le cuente lo que ha sucedido en el día de ayer en Colchester.

—Sí, aunque he despedido al encargado. No puedo confiar en una persona que me ha mentido y que no sigue mis directrices.

—¿Quién se hará cargo de la dirección de la fábrica?

—El padre del joven que nos contó lo que estaba sucediendo. Vive a dos millas y lo visité con su hijo. Él lleva años trabajando en otra fábrica de encargado de la producción de fibras y tiene bocetos propios de máquinas hiladoras, por lo que la mecánica no le es indiferente. Lo invité a cenar y le conté la visión de la empresa. Me dijo que podría empezar hoy mismo, así que estará en la empresa poniendo un poco más de orden, aunque ayer estaba todo tranquilo por la tarde.

—¿Y las viviendas? —se preocupa James.

—La mayoría están ocupadas, solo tenemos siete trabajadores que aún tienen que hacer varias millas al día para ir a trabajar. Sin embargo, esta situación cambiará en las próximas semanas. También le hice ver que no queremos que los turnos sean de más de nueve horas, que preferimos que trabajen rápido y bien, pero que puedan regresar a sus casas antes de que anochezca.

—Me impresionó lo limpio que está el aire en la fábrica.

—Te dije que las máquinas de vapor siempre deben expulsar el vapor hacia fuera y está funcionando a la perfección.

—He visto tu desmontadora y nada tiene que envidiar a la de Eli Whitney.

—La nuestra solo limpia cuarenta y cinco libras al día y la de Whitney cincuenta, pero el cilindro es más suave y no perjudica tanto al algodón de fibra larga —le hago saber, mientras me termino el desayuno que mi amigo me ha traído a mi habitación.

—Yo me refería a la de lana, pero la de algodón también funciona bien. ¿Vas a dormir o quieres dar una vuelta con tu viejo amigo? —me pregunta James.

—Voy a dormirme un rato. A pesar de hacerlo todo el camino de vuelta, anoche, acabé tardísimo con los preparativos para que la fábrica hoy siguiese funcionando. ¿Puedes despertarme a las once y traerme lo que he dejado en el coche? Es un traje que he comprado para llevarlo a la feria. No quiero ir mal vestido o con uno de mis trajes.

Lady in waiting - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora