Pequeña sorpresa | Nanami Kento | fem!reader

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Solían describir a Kento Nanami como un hombre estoico, pero la verdad es que no era así. Intentaba no dejar que nada le afectase, pero a veces las cosas lo sobrepasaban. Nanami era una persona extremadamente sensible, alguien que se preocupaba por los demás aunque intentara ocultarlo. Desde Yu, él procuró que jamás nadie pasaría por lo que él tuvo que pasar, se prometió a sí mismo que sería fuerte por y para los demás. Kento era un hombre desinteresado, poniendo a los demás antes que él. Y de ese hombre se enamoró ella, el que al principio se mostró frío, indiferente, hasta que pudo romper esa pared que los separaba.

Una tarde, luego de pensarlo por mucho tiempo, decidió hablarle al hombre rubio que tanto le llamaba la atención, aquel que siempre iba a comprar algo y se veía un tanto cansado, pero ni las ojeras ni la mala cara le quitaban el atractivo. Nanami Kento le dijo que se llamaba y ella, feliz, le dio dos panes franceses en lugar de uno, provocando que su corazón diera revoloteos al ver el cambio en la expresión del hombre que rápidamente se transformó en una pequeña sonrisa y un rápido agradecimiento antes de partir. Ese pequeño gesto no fue pasado por alto por el rubio, quien al día siguiente por la mañana llegó un tanto temprano, evitando la cola de gente y le dio una pequeña charla a la mujer antes de partir. Todo el día una sonrisa estuvo plasmada en el rostro de la pelinegra. Le gustaba, no había duda y al parecer él estaba cediendo lentamente, conversando más.

Un mes había pasado y Nanami, luego de considerarlo, había decidido pedirle el número. Su vida, lo que había elegido hacer, era peligroso, pero la atracción que sentía por ella era tan fuerte que quería conocerla más. Se negaba ante la idea de tener pareja y formar una familia, creía que los hechiceros no estaban hechos para ello, no quería darle su carga a alguien cuando existía la posibilidad de un día no volver a casa. Pero... Algo en ella era distinto, algo le provocaba querer verla, querer saber más. Incluso se había encontrado a sí mismo yendo dos veces al día a la panadería solo para verla (obviamente, llevarse algo rico a casa también, pero esa no era la verdadera razón). Dulce, esa era la palabra que aparecía primero en la mente del rubio al verla, escucharla. Después de pedirle el número no pudo aguantarse y la invitó a salir a tomar un café, obviamente él ofreciéndose a pagar todo una vez que la salida había acabado y llevándola luego a su casa. Después de mucho tiempo, después de tener que decidir entre dos cosas que no le agradaban: su antiguo empleo o ser hechicero, Nanami encontró algo que le llenaba el corazón, hablar con ella. Durante el mes siguiente tuvieron otras salidas, la última el rubio, sintiéndose algo atrevido, la invitó a cenar a su casa. Ella, contenta, aceptó, con la condición de que llevaría el postre y dedicó su tarde a cocinar cosas de pastelería que sabía que a él le encantaban. El tiempo pasó y el amor floreció muy a pesar del hechicero quien quería mantenerse frío, distante, pero su corazón no se lo permitía.

Más meses volaron, ya era invierno y el hombre decidió que si la cosa iba a ser seria, ella debía saber toda la verdad. Temía que se alejara porque quedaría como un loco, pero con ayuda de Maki y sus lentes, también con el apoyo de Ino y Gojo (un poco a su pesar, pues no le gustaba pedir ayuda y menos en algo que consideraba un tema sensible), le pudo abrir los ojos y mostrarle el mundo en el que él vivía. Si ella decidía alejarse, no iba a culparla, pero no lo hizo, al contrario, quiso saber más. Nanami ese día le dio un fuerte abrazo y un beso en la frente, agradecido de tener a alguien tan abierto de mente y comprensivo a su lado. Él le explicó los peligros de su labor y ella aceptó, entendió y dijo que podría con ello aunque en el fondo no estuviera segura, pero lo adoraba y si vivir con eso significaba poder estar a su lado, estaba bien.

Las estaciones habían pasado rápidamente, la conexión entre ambos era innegable, encontrando el rubio paz al lado de la mujer. De vez en cuando, cuando él tenía tiempo, ambos se sentaban en el sillón de su apartamento y se ponían a leer, dedicándose miradas cada tanto. A veces uno de los dos se levantaba a buscar algo para beber y dar un beso en los labios del otro. Feliz, Nanami era feliz.

El verano llegó y el mes de julio comenzó, significando una sola cosa: en dos días sería el cumpleaños de Kento. La pelinegra rápidamente habló con los conocidos de él a quienes sabía que apreciaba (aunque él negara) y le preparó una sorpresa. Para suerte de ella, Gojo parecía ser un hombre al que le gustaban esas cosas y divertirse, así que prometió encargarse de que todos asistieran, haciendo un par de cosas no muy legales (como cambiar misiones y fechas), pero cosas que no lastimarían a nadie.

Finalmente el tres de julio llegó. Por la mañana, ella preparó el desayuno y se lo llevó a la cama, siendo recibida por una sonrisa y un rostro dormido. Él no lo sabía, pero todo estaba preparado y por la tarde, luego de que su horario acabase, estarían todos allí. La joven en secreto se pidió el día y tan pronto el rubio partió ella se puso manos a la obra, cocinando todo tipo de comidas ricas, haciendo algunos pedidos y encargando una torta de las cosas que a él más le gustaban. Cerca de las seis de la tarde comenzaron a llegar los invitados, siendo los primeros Yuji, Megumi y Nobara, a quienes ella saludó con un cálido abrazo y agradecimientos. Aunque Nanami lo negara, ella sabía que él adoraba a esos niños, sobre todo al pelirosa. Más tarde el resto llegó y ya estaba todo listo. El teléfono de la pelinegra vibró por un mensaje, "estoy en camino" decía, a lo que ella respondió y luego informó a los invitados.

Minutos más tarde la puerta del apartamento se abrió y un confuso Nanami apareció al ver la mesa llena de comida para ser luego sorprendido por los invitados apareciendo y saludándolo. Al inicio, él frunció el ceño y negó, dedicándole una mirada a su pareja, sin embargo luego las comisuras de sus labios se curvaron y su mirada se suavizó. Ella soltó un suspiró, aliviada, y cuando todos los invitados terminaron de felicitarlo, él se acercó a la pelinegra, sonriente y rodeó su cintura con los brazos.

―Jamás hubiera esperado esto ―murmuró él en el oído de la más baja quien respondió el abrazo con fuerza y escondió su rostro en el pecho ajeno.

―Pensé que era una buena ocasión para recordarte que muchas personas te aprecian. Hubieras visto la felicidad de Ino cuando le comenté de la sorpresa ―respondió ella, apartándose ligeramente sin romper el abrazo para poder mirarlo a los ojos.

―No era necesario ―el tono del hombre era dulce y ella negó, sonriente.

―Mereces esto y más.

Tras decir esas palabras, nuevamente lo envolvió en un fuerte abrazo y soltó un suspiro al sentir el mentón de él reposar en la parte superior de su cabeza. Había muchas cosas del mundo de ellos que ella no comprendía, pero estaba bien, las cosas funcionaban.

Nanami cerró sus ojos por unos segundos y disfrutó del abrazo, escuchando a los invitados de fondo charlar y deseó que Haibara pudiera estar allí con ellos, estaba seguro que él y su pareja se llevarían muy bien.

―Te amo ―murmuró, rompiendo el abrazo mientras una de sus manos se dirigía a la suave mejilla ajena.

Los ojos de la mujer se abrieron rápidamente, en su mirada mostrando sorpresa. Sus mejillas se tomaron un ligero rosado y una amplia sonrisa apareció en su rostro, esa era la primera vez que él había usado esas palabras. Poniéndose en punta de pie y sosteniéndose del hombro del rubio, ella presionó sus labios suavemente contra los del más alto, dándole un corto beso.

―Te amo ―repitió ella―. Feliz cumpleaños, Kento.

Su camino, la vida que eligió era peligrosa, un día podría no volver a casa, un día podría simplemente morir y eso le aterraba, no por él, sino que ahora tenía alguien más por quien preocuparse al final del día. Pero... La verdad era que Nanami no se arrepentía, esa mujer llenaba su corazón. Si pudiera volver al pasado no cambiaría nada porque la felicidad que sentía era algo que no tenía precio. Decían que los hechiceros solían morir llenos de arrepentimientos y desde Yu, él se prometió a sí mismo que no dejaría que los sentimientos le afectasen, que no cedería, pero siendo honesto de no haber dado el paso con ella... Ese sería su arrepentimiento.

The Jujutsu Men | Jujutsu Kaisen OneshotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora