CAPITULO FINAL

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CHERRY

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CHERRY

Por más que mantengo mis ojos cerrados, siento como mi pelo y por causa de la brisa que despertó a esta hora de la media mañana, juega con ella y cosquillea sobre mi rostro, obligando a que haga un lado un mechón con ayuda de mi mano.

Abro mis ojos y esa misma, la elevo frente mío con la totalidad de mi palma extendida y poder ver entre los espacios de mis dedos en como juega las pequeñas formas que hacen la sombras de las hojas del árbol que estoy recostada sobre los rayos de sol por el cielo despejado y atraviesan entre sus espacios.

Es frondoso.

Enorme.

Poderoso.

Alto y acusando que lleva su buen centenario de edad con orgullo y como monarca que es y a la vez, custodiando este preciado lugar de verde césped, maleza y por asomarse la nueva primavera, ya apareciendo centenares de pimpollos de mis flores color cereza y cual ya las primeras adornan mi pelo suelto.

Pasos acercándose, pisando la gramilla y el roce de su saco en las hiervas altas, hacen que mire a esa dirección y me reincorpore con ayuda de la base del árbol para ver como César guapo, sonriente y vestido de traje, camina hacia mí.

Y lo que me hace también sonreír, ya que lleva en una de sus manos un ramillete de flores como lo hacía yo de pequeña en este mismo lugar a César de pequeños.

Mismo árbol.

Y misma pradera.

Pero ahora él a mí de adultos.

-¿Estás lista, Cherry? - Me ayuda a ponerme de pie por llevar un simple pero bonito vestido largo que mamá me ayudó a elegir y con cariño me retiene en sus brazos para luego, su mano deslizarse hasta mi vientre y acariciarlo con mis casi seis meses de embarazo. -  Hora de llevar a mamá al altar... - Le susurra a modo secreto.

 Y eso hacemos despacio y entrelazando nuestras manos en dirección a dónde todos nos esperan, festejan como aplauden al vernos ir hasta ellos.

No son muchos, solo nuestra gente querida sentadas en un poco más de media docena de sillas hechas por mi hermano y talladas con un diseño parecido al barandal que le hizo a Alejandro, pero en los nuestros no hay medio corazones, son enteros y decorados con las flores color cereza sobre un paño de tono claro al igual que mi vestido confeccionado por mi mamá.

 Pastor y Raquel ya casados meses atrás, algunos clientes vitalicio de la cafetería, mamá la lado y feliz junto a mi hermano y al pasar que nos sonríe a la par de sus aplausos, la señora que me regaló el ramillete esa mañana para luego conocer a César y ayudó con la postal que le regaló.

Se hicieron amigos porque cumplió con su promesa de informarle de esta pradera, seguido a contarle nuestra historia de pequeños. 

Un atril nos recibe decorada de blanco con más flores y junto al él, el párroco para terminar de aunar lo que la vida.

Cherry Love [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora