En Busca De Tus Latidos

Capítulo 22

╰┈➤ ❝ [Cámara De Los Secretos] ❞

No pude dormir en toda la noche pensando en las palabras de Mattheo y la forma en que se estaba destruyendo, si llegará a enterarse de lo que estoy a punto de hacer podría significar su caída y eso es lo que menos deseo.

Pero no puedo hacer nada al respecto, dejar pasar una oportunidad como está sería una terrible equivocación si llego a descubrir algo que los incrimine.

-¡¿Qué haces acostada?! Llegaremos tarde de Umbridge -Pansy me zarandea de un lado a otro, mantengo los ojos cerrados tratando de conciliar un poco el sueño.

-No dormí en toda la noche.

-¿Por qué? - Ella me deja para dirigirse hacia el espejo que hay en el baño, abro los ojos para colocarme una almohada sobre la cabeza.

La única excusa que se me ocurre poner es una que, aunque debería afectarme, me interesa lo más mínimo desde lo que ocurrió ayer.

-Ví a Berkshire y Lovegood juntos -Hablo lo suficientemente fuerte para que pueda escucharme desde donde esté.

-No puedes deprimirse por alguien que no vale la pena -Sentencia antes de tomar asiento a los pies de mi cama -Él no te merece.

-No estoy triste, solo no pude dormir -Quito la almohada de mi cara para ofrecerle una sonrisa -No iré a clases, necesito descansar.

-Lo requieres con urgencia, tus ojeras son enormes -Se levanta y en cuanto deja de mirarme no dudo en poner los ojos en blanco.

-Adoro tu sinceridad -Vuelvo a acostarme mientras me tapo con las sábanas.

-No sé qué harías sin mí -Escucho como se dirige a la puerta pero antes de abrirla vuelve a hablar -¿Qué quieres que les diga?

-Que me he muerto.

-¿Descompuesta? -Asiento con la cabeza bajo las sábanas -Escucha, te llegó un paquete. Cuando recuperes fuerzas abrelo.

-¿De quién?

-No tiene etiqueta por fuera, es negra.

No pierde más tiempo y sale de la habitación dejándome completamente sola.

Apenas escucho como la puerta se cierra no puedo evitar saltar de la cama para buscar ese "paquete", supongo que si he dormido algo porque no escuche a nadie entrar.

No tardo en visualizarla, está cuidadosamente acomodada en mi escritorio, se mantiene forrada con terciopelo negro siendo envuelta por un listón blanco terminado en forma de moño.

Tiro del final de la cinta y veo como la figura se desvanece dejándome quitar la tapa, no puedo evitar oler el perfume que trae la caja consigo. Es de hombre.