En Busca De Tus Latidos

Capítulo 42

╰┈➤ ❝ [Un Corazón Roto] ❞

Voy a morir.

Eso es en lo único en lo que puedo pensar al notar que mis manos están siendo atadas en la silla.

Mattheo sigue con la mirada perdida evitando chocar con mis ojos.

Intento no llorar, mantenerme tranquila y serena pero parece no servir de nada.

Es entonces cuando un escalofrío me recorre de pies a cabeza, la habitación se vuelve frígida al mismo tiempo en que todas mis esperanzas se desvanecen al igual que mi razonamiento; salir de acá es imposible. 

Pero cuando una cree que todo está por irse al carajo, cuando no existen más salidas para intentar sobrevivir, ahí es cuando todo cambia. 

-No tiene de qué preocuparse, señorita Snape -La voz que nos interrumpe proviene de la persona menos esperada -El señor Riddle no ha hecho nada malo.

Me mantengo helada tratando de ubicar la voz a un rostro, y en cuanto lo hago la confusión se apodera de mi pecho. 

-¿Profesor Dumbledore? -Intento darme vuelta solo para encontrarme con su enorme y blanca barba aunque eso no es lo que más me sorprende, lo hace la tercer figura negra que está detrás de él -¿Papá? 

-¿En serio creíste que te había entregado? -La voz de Mattheo vuelve a llamar mi atención provocando que enfoque mi vista nuevamente en el centro -¿De verdad lo creíste? 

-¡Casi me has secuestrado con una bolsa en la cabeza y me has atado las manos! -De inmediato un rubor se apodera de sus pómulos, sabe que tengo razón -¿Qué esperabas? 

-Tenía que parecer un secuestro -Murmura más para sus adentros que otra cosa, algo que me molesta más de lo normal.

-¿Por qué? 

-Creemos que te están vigilando, hija -Mi padre vuelve a retomar el rumbo de la conversación, escucho sus pasos detrás de mí hasta quedar al lado de Mattheo.

-Eso no es algo nuevo -Respondo sin dejar de mirarlo, saber que desde hace dos años estoy siendo observada por mis amigos es algo perturbador pero cierto. Es por eso que no puedo asustarme con sus declaraciones. 

-¿De qué hablas? -Pregunta Dumbledore desatando mis manos para dejarlas libres, en cuanto lo hace me masajeo las muñecas tratando de aliviar el dolor.

No tardo en dirigir mi mirada hasta Mattheo en busca de una respuesta y en cuanto hacemos contacto puede entender la desesperación en su rostro.

"Él no sabe nada"

Es un susurro suave, casi imposible de entender y parecido a una caricia en el alma.

Es entonces cuando entiendo que acaba de comunicarse con telepatía.