Cuarto Año

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Como cada año lo ameritaba, los nuevos comienzos en Hogwarts traían miles de problemas

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Como cada año lo ameritaba, los nuevos comienzos en Hogwarts traían miles de problemas.

Era el cuatro año de Layla Snape cuando se anunció que el torneo de los tres magos se llevaría a cabo en el colegio de magia y hechicería de Hogwarts.

De todas las emociones presentes en el lugar, sin duda resaltan la alegría, el extasis y la sorpresa. Todos los estudiantes estaban completamente contentos con la gran noticia, incluyendo a la pequeña niña de cabello negro.

Sin embargo el entusiasmo.y la felicidad que tenía no estaban relacionados con la competencia que se jugaría, sin duda la exaltación por volver estaba relacionada con cierto chico de ojos color café.

Y es que durante todo el verano Mattheo y Layla intercambiaron cartas mediante el correo, al volverse amigos dos semanas antes de que terminen las clases tuvieron la necesidad de mantenerse en contacto.

El contenido de las cartas no poseía ningún tipo de información lo suficientemente relevante como para que Severus revisara el correo antes de entregárselo a su hija, sin embargo varias veces le había recomendado a Layla que se mantuviera alejada del muchacho.

Ella quiso hacerle caso, pero desde el momento en que la primera carta llegó cayó entre los rizos imaginarios de su propietario.

Es por eso que ahora la pequeña niña caminaba por todos los pasillos tratando de ubicar a su amigo, al cual había extrañado demasiado a pesar de conocerlo poco y nada.

Layla se encontraba corriendo por todo el lugar y cuando llegó a un pasillo vacío decidió rendirse, no quería jugar al mismo juego del año pasado.

Ya estaba cansada de perseguir a alguien que no quería verla.

En menos de cinco minutos miles de situaciones cruzaron la mente de la niña creyendo que todo lo que habían construido en esos últimos meses había sido una cruel mentira.

-Veo que aún no aprendes -Susurró una voz a sus espaldas, la tranquilidad de Layla volvió al igual que su alma.

Mattheo se encontraba detrás de ella con una pequeña sonrisa en los labios, había estado esperando todo este tiempo para reencontrarse con su única amiga.

-¡Debes dejar de hacer eso! Creí que no querías verme.

-Eres demasiado tonta, ¿Alguna vez te lo han dicho?

-Tú eres un tarado.

-¿Por qué me insultas así? Yo fui gentil.

-Tú no eres gentil, Mattheo.

-Lo soy contigo.

-¡Eso quiere decir que me quieres!

-Te aprecio.

-¡Me quieres, me quieres, me quieressss!

-Layla, cállate antes de que me arrepienta de ser tu amigo.

En Busca De Tus LatidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora